El 4 de agosto de este año tuvo su estreno formal en la Fonoteca Nacional el documental de Mario Mendoza, Nadie puede vivir con un monstruo, sobre el grupo Size.
Sin embargo, luego de verlo en la reciente aparición de su edición en video y de reconocer la importancia que tiene documentanda una parte fundamental del rock mexicano underground (de 1979-1985), algo no acabó de cuajar del todo, sin soslayar lo que quedó finalmente en las imágenes, luego de varias ediciones.
Con testimonios de la propia banda de nombres intercambiables: Jaime Keller (IIly Bleeding), voz; Walter Schmidt (Dennys Sanborns), bajo y sintetizadores; Carlos Robledo (This Grace), teclados, guitarra, voz y Alfonso Moctezuma (Dean Stylette), sus groupies —entre ellas Ulalume y La Cachún, Ariane Pellicer— y una turba de especialistas y críticos en las que hay mucho personal X, el recorrido en imágenes de archivo testimoniales de una época registrada en sus principios en Beta y VHS, es un guiño a la nostalgia de este grupo pionero más que en el punk, en la new-wave con toque de new romantic que como parte de una historia que incluye desvaríos en los hoyos fonquis.
Lo que sí es criticable es la falta de rigor histórico de los propios integrantes de Size con su propia leyenda y el contexto histórico que les tocó vivir y que, por extraño que parezca, le negaron por descuido u olvido a Mario Mendoza que no, necesariamente, debería saber. ¿Qué hay, por ejemplo, de aquella tocada memorable en el Teatro de Arquitectura en CU en 1979, con Illy con mallas de seda negra trepado en una escalera y de la que existe una buena cantidad de fotos, con groupies bailando enseñando las pantaletas? Nada.
Mucho más grave ignorar el periodo decisivo de Size en el legendario bar El Nueve, de la Zona Rosa, de Henri Donnadieu, donde fueron programados por Mongo y un alud de fotos —muchas de ellas subidas en Internet— de la concurrencia que seguía también al Dr. Fanatick, a La Suciedad de las Sirvientas Puercas y otros grupos under del momento. En una foto del recuerdo se ve a Walter Schmidt (leyenda urbana viviente), con el Divo y uno de los editores del primero y único número de Quimera, Enrique —Alice Cooper— Monje.
Se acuerda mucho mejor —ya que les dedica un capítulo, el 11, en el mejor libro que registra la irrupción del underground mexicano emergente y de la cultura gay en el México de los 80: “Tengo que morir todas las noches”, Guillermo Osorno (Planeta)— del momento álgido de Size (que nació de las cenizas de Decibel) en el mítico lugar donde tocaron y donde cantó con ellos Ulalume, que luego grabaría con ellos el primer disco de Casino Shanghai. Size, junto con el (la) temperamental y voluptuosa Xóchitl, es de lo que más alucinate que se recuerda en El Nueve. ¿No podría haber un DVD corregido y aumentado?
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