Los que han ido un poco más allá en materia de compresión en formatos de audio saben que el más popular para tener docenas de canciones disponibles en dispositivos móviles, es el MP3.

El oído común y corriente, al escuchar las canciones que pueden ir en el orden de uno a 13 o 14, o más discos compactos; vamos: muchas veces la discografía completa de un artista, piensa que tiene la panacea.

Los que en realidad saben que en un mp3 la cantidad de canciones merma la calidad de sonido, aceptan los bemoles del formato para tener, una muestra sonora que les sirva de referencia para hacerse posteriormente de lo que en realidad vale la pena de tal o cual artista.

La mayoría de la generación iPod, que desconoce lo que es la Alta Fidelidad o el Stereo, piensa que con tener discografías en mp3 ya está del otro lado, y lamentablemente no.

Ahora bien, los MP3 no están de plano tirados a la calle y su audio puede mejorar, dependiendo el equipo en que se reproduzca, pero no son para nada lo que se dice un buen sonido.

Sin embargo, para tener una buena referencia y poder conseguir el CD por separado de algo que valga la pena, son buenísimos y muy baratos.

Un ejemplo: los discos compactos del compositor y saxofonista estadounidense John Zorn, que nunca han sido editados aquí y que valen una fortuna, ya que se trata de más 100 discos de la más variada índole (jazz experimental, improvisaciones, new rock, clásico contemporáneo…) se pueden conseguir en 11 mp3 con un promedio de más de 10 CD por disco a un precio de 10 pesos por unidad.

Ni lo que vale un solo compacto original del neoyorkino que aquí ha producido a grupos como Klezmerson.

La explosión y el éxito de mp3 que ya tiene tiempo, se debe en parte a la negativa de las disqueras que, si quisieran, podría abatir costos en un formato comercial.

Sin embargo, en lugar de probar, han apostado su resto (con riesgo de muerte inmediata) a las descargas digitales, que a la postre van a ser su perdición porque la gente ya se está hartando de comprar canciones que son prácticamente nada tangible, y encima caras, despreciando el tradicional formato de disco físico.

Allá ellos y que les vaya bien en el infierno que se merecen.

Otro acierto del mp3 es que, debido a su economía de formato puede permitir tener prácticamente la totalidad de grabaciones de grupos y solistas que, de otra manera, sería algo así como lo más cercano a un suicidio económico.

Visto por otro lado, ¿quién le dice no a tener las discografías completas de sus héroes del rock de cualquier tiempo?

Valga el ejemplo de todo David Bowie, en dos mp3.

¡Qué tal!

pepenavar60@gmail.com

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