Como Bowie en el filme de Nicholas Roeg, El hombre que cayó a la Tierra, el australiano, escritor, actor y roquero Nick Cave también parece otro espécimen venido del espacio en 20 mil días en la Tierra, rockumental realizado por Iain Forshyth y Jane Pollard, que circula —por extraño que pueda parecer en México— en Películas Zatmeni (Collectors Edition ZD) a manera de radiografía fílmica del músico de manera sorprendente y poco inusual con una inventiva desbordada poco usada en rockumentales similares.
Mientras en 2014 el rocku se adjudicó los premios Sundance al Mejor Director y Mejor Montaje, obteniendo nominaciones a los Batfa ingleses y los Independent Spirit Awards, con esta receta aplicada para los que quieran meterse a lo que es la vida de un artista raro, freak e inusualmente sorprendente con una música que muchos deberían de conocer. El problema aquí es que muy pocos label managers de disqueras establecidas en peligro de muerte saben de quién se trata. Razón por la que sus discos, en el orden de los 16, nunca han sido editados en este México bárbaro, ni a pesar de que aterrizó en el viejo DF (hoy amancerizada CDMX) al Plaza Condesa en 2013 con su grupo estable: The Bad Seeds.
¿Humano o extraterrestre (pero no en sentido maussoniano)? He ahí el dilema. Frente al espejo —igual que Bowie— no se molesta en reconocer esos demonios que le dan sentido lúdico a su alma, incorporándose a la rutina diaria de despertarse, escribir (¡en máquina de escribir!), ver la tv y grabar canciones. En su último refugio inglés (Brighton), Cave guarda y revisa su archivo humano interior. A lo largo del ejercicio fílmico, el músico es entrevistado por sendas personalidades como el afortunadamente siempre maniaco, Ray Winestone, Pero, ¡ojo! Hay otros nombres altisonantes en este vistazo íntimo a un rockstar impredecible y freak que se mezclan en este rescate de vida: Warren Ellis y la mítica Kyle Minogue. Así que advertidos están.
Para los que después de ver la pelí quieran algo más de cave, la editorial Sexto Piso sacó el año pasado el imprescindible para cavemaniacos: The Sick Bag Song (La canción de la bolsa para el mareo) con una atinada traducción de Mariano Peyrou e ilustraciones del propio Nick Cave que se identifican como explica con: “un sistema nervioso que se alimenta de rimas y fantasmas” con escenografía de aviones, hoteles, autocares conciertos donde esa “bolsa” presumiblemente para un mareo cualquiera, acaba siendo “una canción de amor larga y a cámara lenta”.
Un tour de literatura y rock indispensable para los fans y un atractivo señuelo para los que quieran hurgar en su vida.
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