El tormentoso y polémico bajista de Pink Floyd, Roger Waters, ingresa a la máxima pureza del sonido: la que ofrece el Blu-ray Audio, con el álbum Amused to death que, aunque grabado hace 23 años, suena a una grabación de ayer. Los tracks han sido debidamente procesados en la modalidad tecnológica del QSound, por lo que los 14 temas del disco (que suenan alucinantes), ya en el espectro del Blu-ray, en el que suman el doble de temas, muchos de ellos en 5.1 y otros en stereo, ya son la complemento de la locura del sonido más exacto al que se puede aspirar hoy en día.
Al igual que Jimmy Page, comandante del Dirigible, que ha rescatado con bonus todos los vuelos de Led Zeppelin, Waters, al que muchos acusan de vivir exclusivamente de The Wall, ladrillos más, ladrillos menos (ya la última edición monumental de La Pared es más que un exceso), por lo menos regresa con un álbum que utiliza la capacidad auditiva de un Blu-ray que no contiene imágenes sino absoluto y puro sonido en un disco que no fue revalorizado en su momento.
Waters, en el actual negocio de la música en la era digital, ofrece también para la fracción conservadora que añora el scratch del pasado, una versión de doble vinil de dos Long Plays al peso de 200 gramos (20 más que el normal estándar de un formato que nunca se ha ido). Sin embargo la novedad en este relanzamiento, es el QS, que crea un efecto de sonido parecido a lo que el 3D en imágenes, sin tener la necesidad de oírlo en un aparato especial.
Por último, Waters parece decir: va mi resto para asegurar la vejez, al lanzar también un CD importado (Flickering Flame: The Solo years, volumen 1), un recopilatorio de 2002, que contiene muchas piezas de sus trabajos solistas del Radio K.A.O.S., The Pros and Cons of Hitch, Hiking, In The Flesh y Amused Death. Ya filosófico y al margen de megalomanías como una versión en demo digital de la rola “Lost boys calling”, el bajista reflexiona sobre el entretenimiento que, según él, nos llevará a la muerte si seguimos encerrados en nuestra burbuja protectora, despreciando la vida y deteriorando el planeta.
Sony, responsable en parte de la, digamos, Watermanía, en otro orden, ha resucitado dos discos del aún llorado Gustavo Cerati: Amor amarillo y Bocanada por demanda popular. Esto habla muy bien de Lebel managers, que no sólo conocen el catálogo sino la oportunidad que brinda el momento de sacarlos. Un precio especial, para no cebarse con los fans como lo hacen algunos negociantes puros, tecnócratas, que sin saber de música han acabado como directores de discográficas y, haciendo uso de su cargo, algunos, se han vuelto ratas.
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