José Luis Luege Tamargo

Deslizamiento de fallas geológicas en la ciudad de México

02/11/2015 |01:53
Redacción El Universal
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La sobreexplotación irracional del acuífero en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) es un tema del que se habla poco, se conoce menos y definitivamente no es una prioridad para las autoridades federales ni locales.

Todos los especialistas en aguas subterráneas y en geología coinciden que el asunto va a tomar dimensiones catastróficas en pocos años. El problema es de tal nivel que en este momento se requerirían acciones drásticas y muy costosas si realmente se quisiera prevenir riesgos altos, incluso en un corto plazo.

El riesgo inmediato y más grave es la falta de agua. Todos hemos experimentado en algún momento por diversas causas la falta de agua; es una situación inmanejable por unos días, pero el agotamiento del acuífero puede significar que varias zonas de la ciudad se queden sin agua permanentemente, lo que representaría un colapso no sólo de la capital sino de todo el país. Lo hemos dicho en muchos foros, pero sigue sin haber respuesta por parte de las autoridades: el problema de agua de la ZMCM debería estar enmarcado ya como un problema de seguridad nacional.

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El 70% del agua que consumimos en la ZMCM proviene del subsuelo; cientos de pozos bombean diariamente un volumen impresionante, del cual 40% se pierde en fugas en una red de tuberías obsoletas. Algunos pozos en el DF extraen agua a 300 y 400 metros de profundidad con un costo altísimo de energía. Anualmente el nivel estático del acuífero disminuye dos metros por año en promedio, incrementando exponencialmente los costos de energía; además, a mayor profundidad, mayor concentración de metales y otras sustancias que hay que eliminar mediante procesos muy costosos de potabilización.

Otra consecuencia grave del abuso en la extracción de agua son los constantes hundimientos del suelo en todo el Valle de México. Hay sitios en el oriente de la ciudad que pueden llegar a presentar hundimientos de hasta 40 cm por año. En promedio la ciudad se hundió diez metros en el siglo pasado, con daños irreversibles a la infraestructura civil e hidráulica, pero sobre todo se han perdido los desniveles en los sistemas superficiales de drenaje.

La ciudad está asentada sobre lo que fue un enorme lago, con un suelo conformado por depósitos aluviales que tiene un espesor entre 40 y 70 metros de arcillas. Este tipo de suelo es altamente compresible y plástico gracias a que puede contener hasta 400% de agua, conformando “ligas hidráulicas” que le dan esas características. Actualmente, la mayor parte de los suelos en la ciudad han perdido esa condición debido a la desecación de los lagos y a una urbanización desmedida, sin planificación, donde han desaparecido todos los cuerpos de agua y áreas verdes. Por esta razón las arcillas ahora son quebradizas y pierden volumen, ocasionando graves y constantes hundimientos.

Sin embargo, existe un problema mucho más grave que sólo conocen los expertos: el riesgo de colapso de la capa de arcillas debido a la pérdida de sustento de los sustratos inferiores. Me refiero precisamente a la porción de suelo permeable que conforma el acuífero de la ciudad. El suelo permeable que se encuentra debajo de la capa de arcilla lo conforman rocas volcánicas, principalmente basaltos y andesitas de épocas geológicas anteriores. El agua ocupa los espacios entre arenas y rocas, pero los niveles de agua hoy en día están mucho más abajo del fondo de los 70 metros del segmento de arcillas. Los espacios intergranulares donde se alojaba el agua están provocando que a su vez se comprima el suelo rocoso, esto no sólo provoca mayores hundimientos, sino que además pueden presentarse deslizamientos sobre antiguas fallas geológicas de la cuenca.

En el estudio Nuevo mapa geológico de las cuencas de México, Toluca y Puebla (Federico Mooser, et. al., 1996) se describe una enorme cantidad de fallas geológicas bien identificadas, que son planos de deslizamiento tanto de oriente a poniente como de norte a sur; por ejemplo: las fallas del Peñón, Santa Catarina, Xochitepec, Mixhuca y Tepetlastoc. El suelo permeable del acuífero soporta todo el peso de las arcillas y de lo que está construido sobre ellas, pero al perder el agua se pierde presión y las arcillas pueden deslizarse sobre esas fallas provocando verdaderos cataclismos.

Si no actuamos con extrema urgencia, muy pronto tendremos que asumir las graves consecuencias de tanta irresponsabilidad.

ciudadposibledf.org

Twitter: @JL_Luege