Obama, sin duda, aspira a la posteridad y piensa tal vez que el cambio climático es una buena vía de acceso. Hoy día está convencido que su mejor apuesta al futuro es comprometer a Estados Unidos con los Acuerdos de París. Xi Jinping, por su parte, pareciera obsesionado con promover un verdadero “salto adelante” para convertir a China en una auténtica potencia, en un país desarrollado, y para ello la cuestión ambiental resulta crucial. China es hoy día el país que más invierte en energía renovable.

En un movimiento similar al de noviembre de 2014, ambos líderes anunciaron el sábado 3 de septiembre, en vísperas de la onceava Cumbre del Grupo G20, del que también México forma parte, su decisión de ratificar el Acuerdo de París para el Clima, firmado en diciembre de 2015 por cerca de 200 países. La señal que mandan al mundo es clara: los dos países que representan cerca de 39% de las emisiones de gases de efecto invernadero, invitan a los que no lo han hecho a sumarse, con la ratificación, a los esfuerzos de la comunidad internacional para detener un calentamiento planetario que, a decir de los expertos, puede llevarnos a una catástrofe planetaria.

Para que los Acuerdos de París entren en vigor se requiere la ratificación de 55 países, que en su conjunto representen 55% de las emisiones totales. Hasta antes del 3 de septiembre, sólo 24 países lo habían ratificado. China acaba de hacerlo y Estados Unidos lo hizo en el marco de la Cumbre G20. México no lo ha ratificado aún.

El presidente Obama se muestra urgido por dejar en firme el compromiso de su país, de tal manera que de llegar a la presidencia el candidato Trump, no pueda revocarlo. Trump considera al cambio climático una “broma”, una “conspiración” de los chinos para ganarle los mercados a Estados Unidos.

El Senado se cree facultado para vetar cualquier decisión presidencial que obligue a Estados Unidos a firmar compromisos climáticos obligatorios. Según la Constitución, el Senado debe “asesorar y dar su consentimiento” a los tratados internacionales. No obstante, desde la Segunda Guerra, diversos acuerdos internacionales han sido realizados bajo la figura de Acuerdos Ejecutivos que evaden al Senado y pueden tener carácter vinculante. (The Guardian, 3/IX/2016).

De acuerdo con lo ofrecido en París, Estados Unidos se obliga a reducir sus emisiones en 28% para 2025, con base en los niveles de 2005. China ofreció alcanzar el pico de sus emisiones en 2030 e incrementar 20% su consumo de energía no fósil para ese mismo año. La Unión Europea, por su parte, ofreció reducciones de 40% al año 2030 con base en sus emisiones de 1990.

El presidente Obama se muestra confiado en cumplir con sus compromisos. Los datos le muestra una tendencia decreciente en las emisiones estadounidenses desde 2005, derivada de la puesta en práctica de un programa de reconversión de las plantas generadoras de electricidad de carbón a gas natural. Los cálculos de sus expertos le indican que las metas propuestas son alcanzables.

Es significativa la declaración y compromiso conjuntos de China y Estados Unidos, sobre todo por el mensaje trasmitido a una comunidad internacional que no parece tener prisa en ratificar los Acuerdos. En términos reales, la ratificación primero, y después el real cumplimiento de lo acordado, no garantiza ni con mucho que la meta programática de 2 grados celsius para 2050 se cumpla, mucho menos la “aspiracional” de 1.5. Según los expertos, en 2016, la temperatura promedio planetaria será de 1.3 grados celsius más caliente que la registrada a fines del siglo XIX, por lo que los 2 grados celsius pronto serán rebasados.

No obstante, que los dos más grandes emisores de CO2 se comprometan firmemente con el clima planetario, al menos pudiera evitar una catástrofe mayor, como la que ocurriría si la temperatura promedio excediera los 4 o 5 celsius sobre los niveles preindustriales. Que el resto de la comunidad siga el ejemplo resulta crucial, pero más aún lo será que los países instrumenten mecanismos auténticos de cumplimiento de lo Acuerdos y que sus ciudadano puedan fiscalizar y sancionar las acciones emprendidas.

La Cumbre del G20 en Hangzhou fue un buen espacio para hacer grandes anuncios y externar grandes compromisos con el clima planetario. Allí no sólo se reúnen las principales economías del mundo, sino también los países más contaminantes de toda la historia humana. La voluntad que muestren, los compromisos verdaderos que asuman respecto al medio ambiente, serán cruciales.

jlezama@colmex.mx

@jlezama

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