La inflación y la actividad industrial no se han percatado de que todo está bien, de que el rumbo de la economía se encuentra bajo control.
El Inegi dio a conocer que los precios al consumidor se elevaron 5.8% durante abril. Los precios al productor lo hicieron en 8.8%. En el primer caso aún no hay evidencia de que se alcanzó el máximo, los próximos meses podrían tener mayores variaciones.
En el caso de la actividad industrial el instituto publicó que, una vez descontados los efectos estacionales, marzo fue un mes sin crecimiento. Para todo el primer trimestre del año la industria elevó su producción únicamente en 0.5%, esto a pesar de que las exportaciones se elevaron en más de 11% durante el mismo periodo de tiempo.
El problema de fondo es el alto requerimiento de insumos intermedios importados que la industria mantiene, ello a pesar de la depreciación del tipo de cambio. Cuesta más caro pero seguimos comprando al exterior.
Por el lado industrial el resultado contrasta con el observado en otros lugares del mundo. La producción fabril de China aumentó 6.7% en el primer trimestre de 2017. La India en más de 2.5%, Corea del Sur en 3.3%, Singapur 8%, Indonesia y Malasia 4.3%, Japón 3.8%.
Lo anterior muestra que las naciones asiáticas que cuentan un sector industrial sólido mantienen un desempeño ampliamente superior al contabilizado por la economía mexicana.
La evidencia es contundente, el problema no es el contexto global, radica en el modelo maquilador de bajo valor agregado de nuestro país, en la desaceleración del sector construcción y en la crisis del sector petrolero.
A lo anterior se le debe agregar la espiral inflacionaria que existe en el sector productivo: los precios en la minería se incrementaron en 12.1%, en la parte de electricidad, gas y agua 25%, 13.3% en construcción y 10.8% en manufacturas.
La depreciación del tipo de cambio, el aumento en los precios administrados por el sector público, como electricidad y gas, así como la variación en los combustibles configuraron un entorno adverso en precios para la industria.
El primer trimestre de 2017 vuelve a mostrar lo que ha pasado durante los últimos 30 años: las naciones que apostaron al comercio internacional desde una base de fortalecimiento productivo de su industria siguen creciendo a tasas superiores a los que, como México, sólo vieron la parte de apertura comercial.
A pesar de la evidencia hay aspectos que aún no terminan por asimilarse en nuestro país. El propio gobernador del Banco de México afirmó en el foro “True Economic Talks: Afrontando el Cambio” que nuestro país debe continuar en busca de mayores mercados al exterior, en abrir la economía y evitar caer en el “juego proteccionista”.
¿Qué significa lo descrito para un país que ya tiene acuerdos comerciales con las principales economías y regiones del mundo? En estos momentos el cuestionamiento debería girar en torno a por qué México no puede aprovechar la apertura comercial que instrumentó en las últimas tres décadas, en qué está fallando a pesar de que se han seguido todas las recomendaciones realizadas por los organismos y centros de pensamiento internacionales encargados de influir en favor de dicha estrategia.
Dicho resultado no es de sorprender, representa una falla del modelo económico al que México apostó todo.
Como Dani Rodrick ha mostrado en diversos estudios, los mejores resultados en materia de crecimiento económico se encuentran en naciones que aplicaron las recomendaciones, pero en función de sus necesidades y realidades nacionales, las que no hicieron de la apertura económica y la liberalización un dogma. Fortalecieron las capacidades productivas de su industria nacional, antepusieron el interés nacional al de la globalización.
Después de 30 años con resultados limitados debería ser más fácil admitir que se necesita aplicar un nuevo modelo económico, que reconozca la realidad global pero que lo haga en favor del desarrollo nacional. Para ello se requiere una visión de país que incluye pero que va más allá de los conceptos económicos.
Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico