México ha vivido de 2012 a 2015 tres años de intensa actividad del Poder Legislativo. La LXII Legislatura es, sin duda, una de las más productivas y trascendentes de las que se tenga registro en años recientes. En este artículo en dos partes, haré un balance de los avances y los desafíos que enfrenta México a la luz de estas reformas profundas.

En primer lugar, hay que señalar que muchas de las reformas aprobadas en esta legislatura están abriendo nuevas posibilidades de crecimiento económico y desarrollo. Ese es el caso de la reforma laboral, que busca abrir las puertas al empleo formal a millones de mexicanos. También hay que poner en su justa dimensión la reforma energética, que tiene el potencial de atraer inversiones importantes. A pesar de que el foco de la atención ha estado en el sector petrolero, esta reforma está teniendo también avances importantes en cuanto a electricidad, gas y energías renovables. La reforma al sector de las telecomunicaciones está trayendo más competidores al mercado, precios más competitivos así como acceso de más familias a la tecnología del internet. Todo ello contribuye a fortalecer la competitividad del país.

En segundo lugar, vale la pena destacar las reformas que buscan fortalecer el marco legal de la lucha contra la corrupción. Este es un mal endémico que lastima los cimientos de nuestra democracia y carcome la confianza de la sociedad en sus instituciones. Por ello, la LXII Legislatura aprobó la creación del nuevo Sistema Nacional Anticorrupción que tiene tres grandes ventajas: ataca la corrupción en los tres órdenes de gobierno, crea al Tribunal de Justicia Administrativa, una instancia judicial independiente con amplias capacidades de sanción no sólo a servidores públicos sino también a particulares, y fortalece a la Auditoría Superior de la Federación.

En tercer lugar, una transformación clave que, pese a fuertes resistencias, avanza, es la reforma educativa, con la que se está recuperando el control del Estado ante intereses particulares que frenan la mejora en la calidad de la educación pública. A pesar de que hay focos rojos en algunos estados, es justo señalar que en la mayor parte del país la reforma se está implementando en beneficio de nuestros niños y jóvenes.

En cuarto lugar, vale la pena recordar las reformas que buscan construir un país más seguro con un mejor acceso a la justicia. El nuevo Código Nacional de Procedimientos Penales garantiza que en todo el país la misma falta tenga la misma pena. Por su parte, la nueva Ley de Amparo fortalece el mecanismo más eficaz para evitar o corregir abusos de los poderes públicos. Y las leyes de Justicia para Adolescentes y de Prohibición del Trabajo Infantil protegen de manera más amplia a estos grupos tan importantes.

Finalmente, en quinto lugar, la reforma político-electoral abre nuevas posibilidades para fortalecer la democracia. Baste poner como ejemplo las candidaturas independientes, una nueva figura electoral que ha abierto la ventana para que el sistema político se oxigene con nuevas formas de participación.

Estamos ante tres años de trabajo legislativo sin precedentes. Es cierto, las reformas tardarán en consolidarse y arrojar los resultados que todos los mexicanos deseamos. Y no es menos cierto que requerirán de visión, eficacia y transparencia por parte de las autoridades del Poder Ejecutivo para cristalizar y volverse una realidad. Pero lo cierto es que el México de 2015 cuenta con nuevas leyes e instituciones que el México de 2012 no tenía. Esto es una buena noticia para el país que vale la pena sopesar en su justa dimensión.

En mi siguiente artículo, compartiré con el lector cuáles son los retos que enfrentará la LXIII Legislatura que inicia en septiembre.

Diputado del PAN.

@jglezmorfin

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