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The big thing. Con la salvedad de Confabulario de EL UNIVERSAL, y (pocos) otros suplementos y columnas, además de unos cuantos espacios de radio y televisión, como la Agenda pública en los libros, de ForoTV, el periodismo mexicano no aparece a la altura de ‘la siguiente gran notoriedad’ (the next big thing) de la industria editorial de la globalidad. Así califica a la producción cultural de México en este campo, el más importante encuentro editorial del planeta, la Feria Internacional del Libro de Frankfurt, que esta vez arrancó con una innovación: la Cumbre Editorial Global (The Markets: Global Publishing Summit) en la que se eligió a México como una de las “siete más fuertes y dinámicas regiones” para la industria.
Y aquí vamos junto a los mercados de China, Estados Unidos, Alemania, Corea, Turquía e Indonesia. Y entre los jugadores mexicanos en esta cancha fueron incluidos el Fondo de Cultura Económica, las divisiones para Latinoamérica asentadas en México del Grupo Planeta, de Penguin Random House y de Turner, así como las independientes Sexto Piso y Trilce. Es por el peso de México en el mercado del libro que se asentaron en nuestro país las dos grandes productoras globales de libros en español, se planteó en la Cumbre.
Pero una vez contado lo bueno, vale la pena detenerse a explorar sobre los retos que deberá vencer el país para consolidarse en la condición asignada de siguiente notoriedad global en este terreno. Y uno de ellos es el contraste mexicano con la impresionante cantidad (y calidad) de reseñas de libros que se publican cada semana en los medios de los países cuya producción editorial encabeza el ranking mundial. Y es que los sistemas mediáticos de estas sociedades han sido un firme soporte de sus poderosas industrias.
Libros y deportes. Esta combinación propicia que la puesta en circulación de sus libros sea cada semana un asunto noticiable por parte de los medios y que pase enseguida a formar parte de la agenda de la conversación y de la discusión públicas en un nicho social de proporciones considerables. Aquí está una de los principales impulsores de los extendidos —y arraigados— hábitos de lectura, así como del atractivo que despierta la escritura en estas regiones del mundo del desarrollo. Y, claro, este desarrollo es, a la inversa, un efecto de la rica circulación de conocimiento y cultura que se produce a través de los libros.
Toda proporción guardada, se da en la agenda pública cultural de estos países, en su propia escala, un efecto como el que se da en gran escala con la intensa temática deportiva de la agenda de los medios y de las conversaciones públicas. Me explico: la simbiosis entre las organizaciones de medios y las organizaciones nacionales e internacionales del deporte mantienen las noticias deportivas en los primeros planos de la agenda pública en prácticamente todos los países.
Héroes autorales. Y al margen de las distorsiones y corruptelas tanto del deporte comercial como del institucional, a debate en todo el mundo, también es cierto que la gran exposición mediática de partidos, historias de ‘héroes’ deportivos, ‘fichajes’ de estrellas, no sólo se convierten en temas de conversación, sino, lo más importante: fomentan la práctica del deporte entre niños y jóvenes, en los que se generan vocaciones e impulsos de emulación de las fortalezas y habilidades de aquellos ‘héroes’, con efectos en la salud física y social de la colectividad.
Un efecto paralelo de fomento a la lectura y la escritura habría que aspirar a producir aquí con las noticias del mundo editorial, las reseñas de libros, la construcción de ‘héroes’ autorales y sus respectivos ‘fichajes’ por una u otra casa editora. Incluso los medios tienen una ventana de oportunidad en la construcción de reseñistas legendarios de libros —como los que se producen en otros países o los legendarios cronistas deportivos que surgen en toda cultura.
Por lo pronto, esta inclusión de México entre los principales mercados emergentes del libro es sólo el principio.
Director general del Fondo de Cultura Económica