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Nos encontramos en un momento difícil a nivel global. Las noticias económicas, políticas y sociales son negativas en una gran proporción. Nuestro país comparte esta situación: el paquete económico presentado por el gobierno se da en un entorno económico adverso, existe gran contingencia por el resultado de las elecciones en Estados Unidos y existe un malestar social generalizado.
El malestar que se vive en distintos sectores de la sociedad es un síntoma preocupante que pareciera quitar fuerzas para la construcción del futuro. Los motivos del malestar son profundos, de carácter multifactorial, no se explican solamente por razonamientos de carácter político o de carácter económico estrictamente. Tienen que ver más bien con un fuerte anhelo insatisfecho.
Viktor Frankl, psiquiatra, padre de la escuela de la logoterapia escribió hace algunos años un libro que se ha convertido en clásico: El hombre en busca del sentido. En ese libro detalla la experiencia que él como judío tuvo en el campo de concentración de Auschwitz.
El libro plantea: “Prisionero, durante mucho tiempo (…) él mismo sintió en su propio ser lo que significaba una existencia desnuda. ¿Cómo pudo él —que todo lo había perdido, que había visto destruir todo lo que valía la pena, que padeció hambre, frío, brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo a punto del exterminio— cómo pudo aceptar que la vida fuera digna de ser vivida?”.
El problema planteado en el libro es análogo in extremis a la situación de nuestro entorno actual: vidas de jóvenes que no estudian ni trabajan, vidas y ancianos olvidados en situación de extrema pobreza, regiones completas de nuestro país azotadas por el crimen organizado tienen como consecuencia vidas desnudas, carentes de fuerza y de actividad constructiva.
Las diversas manifestaciones de malestar son consecuencia de personas cuya vida posee altos niveles de insatisfacción, personas confundidas que no encuentran motivos que les den fuerza para vivir de forma plena, personas que, en fin —en mayor o menor grado— tienen vidas desnudas.
Hoy el libro de Viktor Frankl es más actual que nunca, ya que enmarca la problemática de los seres humanos siempre llenos de grandes anhelos y que por sus circunstancias se encuentran vacíos. Para Frankl la respuesta a este profundo problema está en el tejer a partir de un sentido existencias rotas.
Encontrar sentido es la respuesta a las vidas desnudas, es la clave que llena de sentido el actuar presente, nos da un para qué. Es la expresión más genuina de “quien tiene un para qué siempre encontrará el cómo”.
Para encontrar un para qué en la vida se requiere de un mínimo sistema de valores —que algo valga para nosotros—. En un ambiente deconstructivo donde hemos erosionado valores que costó construir a muchas generaciones encontrar un para qué se convierte en labor ardua, aparentemente inalcanzable. Sin un para qué no hay esperanza, sin esperanza no hay futuro.
Sin embargo para Frankl, aún en esta circunstancia sí es posible encontrar respuesta, sí es posible encontrar un para qué, ya que al final del camino el encuentro con el para qué es una decisión.
“La Historia nos brindó la oportunidad de conocer al hombre quizá mejor que ninguna otra generación. ¿Quién es, en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Ese es el que inventó las cámaras de gas pero también es el ser que entró en ellas con paso firme y musitando una oración”.
Construir sentido, un para qué es construir Esperanza, construir futuro, la labor más urgente e importante de nuestros días.
Rector general de la Universidad
Panamericana-IPADE