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Hace diez años fue la última vez que un Presidente de la República asiste y presenta su Informe de Gobierno en la apertura de sesiones del H. Congreso de la Unión. Fue Vicente Fox. Desde 2006, cuando legisladores, afines al incansable Andrés Manuel López Obrador, que se negaban a aceptar el triunfo marginal de Felipe Calderón en las elecciones presidenciales, impidieron la entrada al presidente Fox al salón de sesiones del Palacio Legislativo de San Lázaro para cumplir con su obligación constitucional. Ese primer día de septiembre el Congreso de la Unión, en su afán por insultar a la figura presidencial, se devaluó. El Poder Legislativo ahora sólo es digno de recibir el informe de un secretario de Estado.
El Informe de Gobierno que ahora se entrega al Congreso de la Unión es uno de los documentos más elaborados de la administración pública federal; con una gran tradición. Todas las áreas del sector público federal, con excepción de los poderes Legislativo y Judicial y los órganos autónomos, contribuyen a su preparación. En los últimos sexenios ha constado de dos tomos.
El primer tomo de este Tercer Informe es un texto que, sin contar la presentación, siglas y abreviaturas, tiene una extensión de 598 páginas. El segundo tomo es el anexo estadístico donde se plasman cuadros y texto a lo largo de 803 páginas. En la versión electrónica de ese informe hay además, por segunda ocasión consecutiva, los archivos con los cuadros estadísticos en hoja de cálculo, lo cual se agradece. La lógica del contenido de estos documentos la da la estructura del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, en términos de las estrategias y líneas de acción que comprende. Y escribo sobre esto, porque la atención de los medios y de los artículos de opinión se centran en el mensaje del Presidente, cuando lo que ha hecho la administración pública y los resultados logrados están en estos volúmenes. La riqueza que proporciona el anexo estadístico da material para que los medios y los legisladores se regocijen, uno para reprobar al gobierno en turno, y otros para defender lo que se ha logrado.
Sin lugar a dudas, el Presidente de la República es el que dirige la organización más compleja que existe en México que es precisamente la administración pública federal, compuesta por dependencias, organismos públicos descentralizados, órganos desconcentrados y desde la reforma energética, con dos empresas productivas de Estado. Los secretarios de despacho que el Presidente nombra, tienen a su cargo a los mandos medios y superiores, con quienes diseña, elabora y ejecuta las políticas públicas comprendidas en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2015, del cual se derivan programas sectoriales, especiales, regionales, nacionales, transversales. Estos a su vez dirigen a trabajadores al servicio del Estado que prestan servicios públicos, o participan en la entrega de subsidios y apoyos.
La pregunta a responderse de la lectura de estos tomos es si, con todos los recursos humanos, materiales y financieros que se sostienen con impuestos, otros ingresos no tributarios como las transferencias que recibe el gobierno federal del Fondo Mexicano del Petróleo y el endeudamiento público, ¿se contribuye a generar más o menos bienestar a la población? Con todo lo que está a cargo de la administración pública federal, ¿logra estar mejor la población que el año anterior o que en 2012? El mismo informe proporciona en su gran mayoría los elementos para hacer la evaluación, pues los acompaña con los indicadores que se han desarrollado para cada programa.
Cada quien tendrá su opinión o evaluación, si leyó el informe, sobre lo que hace o deja de hacer bien el gobierno en turno. Pero lo que sí es cierto, es que la administración pública federal no lo puede todo, y aquello en lo que sí debiera poder le falla a la sociedad con las expectativas que crea.
La mayor parte de nuestras contribuciones se destinan a la educación y a la salud. Apenas ahora en esta administración, el Estado recupera nuevamente la conducción de la administración del servicio de la educación básica. Eso hasta ahora sí es un logro, el cual se apreciará hasta que los niños y jóvenes mexicanos verdaderamente posean una mejor educación que les dote de una formación que les permita acceder a mejores oportunidades de desarrollo. Seguridad sigue siendo un gran pendiente, que no sólo corresponde a la administración pública federal, la cual ha refinado el arte de asumir toda la responsabilidad de la inseguridad que acontece en todo el territorio nacional. Me quedo con una perla, los servicios personales que eroga la administración pública federal centralizada son menores a los recursos que transfiere a las entidades federativas para cubrir los servicios públicos de educación y salud que ha descentralizado.
Economista