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Ojalá que este 4 de junio voten los ciudadanos y no las clientelas en las elecciones que se llevarán a cabo en Coahuila, el Estado de México, Nayarit y Veracruz. Me refiero al ciudadano que hizo una valoración a conciencia de las ofertas de los partidos políticos y de la calidad de sus candidatos para hacer realidad las propuestas de las plataformas electorales. En contraste, las clientelas son las conformadas por personas con credencial de elector que fueron motivadas para votar por un candidato mediante regalo o promesa de futuras dádivas o privilegios durante la gestión gubernamental.
¿Quiénes ganarán: los ciudadanos o las clientelas? Es difícil predecirlo, más cuando uno observa la pobreza de las plataformas electorales y las acusaciones durante las campañas. Sin embargo, si uno analiza el gasto público de las entidades federativas donde se llevarán a cabo, se aprecia cómo el gasto que se cubre con nuestras contribuciones presentes y futuras (deuda pública) cada vez más se dedica a los mal llamados “programas sociales”, que no tienen impacto en reducir pobreza o impulsar crecimiento económico.
Sin lugar a dudas la elección más importante es la del Estado de México, no sólo porque es la entidad federativa con mayor población, ni porque en términos económicos es la segunda más importante por su aportación al producto interno bruto (9% del PIB nacional), sino por lo que implica políticamente para las elecciones presidenciales para 2018.
Cómo se llegará a ganar la gubernatura del Estado de México también es muy importante. ¿Habrá mucha participación del electorado o serán las estructuras de voto duro acompañadas de las clientelas las que decidan? Sin embargo, la elección del Estado de México es para posicionar a las fuerzas políticas para las elecciones federales de diputados, senadores y presidente de la República, que puede redefinir el rumbo de país.
Hay que ser francos con uno mismo y aceptar que dos proyectos de país diametralmente diferentes están en contienda: el llamado populista, cuya oferta es el regreso a un pasado de intervención excesiva del Estado que ya fracasó vs. la apuesta a la ampliación de las libertades económicas que aún no ha terminado de fraguar. El primer proyecto ya tiene candidato y propuesta; el segundo, no tiene hoy en día ni candidato ni propuesta, porque todos los “que quieren ser” sólo quieren ser, no saben ni el porqué ni para lograr qué.
Dada la importancia de estas elecciones, es deseable que los ciudadanos hagan su tarea y muestren que premian y castigan, así como que saben de los problemas y de lo que los candidatos han ofrecido para resolverlos. Por ejemplo, en el Estado de México, la propuesta que debería de ganar es la que tenga la credibilidad y viabilidad para mejorar cuatro problemas muy concretos que son clave en el bienestar de la población. Primero, el de seguridad pública. Segundo, corrupción. Tercero, transporte público. Y, no por ser el cuarto deja de ser el más importante, la creación de empleo formal y bien remunerado.
La seguridad pública es un grave problema porque 46% de la población mayor a 18 años o más ha sido víctima de algún delito. La corrupción que se percibe a nivel municipal es escandalosa, 53% de la población así lo expresa en la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (Inegi). El 60% de la población se traslada a su lugar de trabajo mediante transporte público, y sólo 19% está satisfecha con este servicio. 69% de la población económicamente activa ocupada percibe ingresos menores a tres salarios mínimos y el 50% del total de la población ocupada está en la informalidad.
Todos los partidos que intervienen en esta elección son responsables de los problemas, pues las cuatro fuerzas políticas más importantes gobiernan municipios importantes; ahí es donde se manifiestan estos cuatro problemas. Hay que ser ciudadanos y para ello hay que hacer la tarea. Por lo pronto voten este 4 de junio a conciencia, pues sus hijos se los reclamarán.
Economista. @jchavezpresa