Hay datos que tienen un gran impacto en las decisiones económicas. Uno de estos es la expectativa del crecimiento de la economía medido a través del producto interno bruto (PIB). Importa porque afecta las decisiones de empresas, de trabajadores y de los gobiernos.

En el caso particular del gobierno federal, la tasa de crecimiento económico esperada es fundamental en la construcción del paquete económico. Por ejemplo, expectativas de alto crecimiento económico permiten elaborar un escenario en el cual el monto del endeudamiento también es mayor. Sin embargo, si el crecimiento observado es menor al que se calculó, esto empieza a generar dudas y nerviosismo en los mercados por lo siguiente: aumenta la relación deuda a PIB, especialmente si no se toma la decisión de reducir el monto de endeudamiento aprobado en el ejercicio fiscal correspondiente.

Por ello, un cambio hacia la baja en las estimaciones del crecimiento económico mueve los mercados financieros, con lo que hay presión a tasas de interés y al tipo de cambio.

Desde fines de 2014 los analistas de la economía mexicana han venido revisando a la baja su pronóstico del crecimiento de las actividades productivas. Lo hicieron así tanto por un deterioro en las condiciones externas, por la menor actividad económica mundial derivada de la desaceleración de la economía China; la baja del precio del petróleo, y que la Reserva Federal pronto iniciaría el alza en la tasa de interés de referencia. También ajustaron sus expectativas de crecimiento económico hacia la baja porque los datos observados los obligaron a rectificar su pronóstico. En diciembre de 2014 se esperaba que el Producto Interno Bruto (PIB) aumentara 3.5% para 2015. Sin embargo, ese año la economía creció sólo 2.6%. De igual forma, en diciembre de 2015 el crecimiento de PIB esperado para 2016 era de 2.74% y terminó en 2.3%.

Estas correcciones a los pronósticos tuvieron un impacto importante en las calificadoras de la deuda pública. La razón es muy simple: el gobierno federal se estaba endeudando bajo el supuesto de que crecimiento económico permitiría que el cociente deuda a PIB no aumentara. Sin embargo, como el crecimiento económico resultó ser menor, al ejercer el endeudamiento autorizado este cociente aumentó más de lo que estaba contemplando el mercado. Afortunadamente se mantuvo el nivel de la calificación, pero la deuda gubernamental se puso en perspectiva negativa.

Ahora por primera vez en más de dos años, después de la publicación de datos con resultados mejores a los esperados, los analistas han rectificado su estimación de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Los datos observados y publicados por el INEGI dan cuenta que las actividades productivas aumentaron en este primer trimestre de 2017 en 2.6% con respecto al mismo trimestre del año anterior, cuando las expectativas en diciembre de 2016 registraban un aumento de 1.6%.

¿Qué sucedió en estos meses? Han sucedido varias cosas: primero, el Sr. D.J. Trump nos ha perjudicado menos de lo que se esperaba por carecer de efectividad política y con ello verse impedido a dar los golpes legislativos que nos habrían afectado. Segundo, las exportaciones no petroleras están teniendo un comportamiento muy favorable, a marzo de 2017 observaron un crecimiento de 15% después de que durante 2016 pasaron por un mal momento. Tercero, el consumo interno sigue siendo un motor importante de la demanda agregada. Aquí se está reflejando el crecimiento del empleo; de igual manera han ayudado las remesas. El crecimiento económico pudo haber sido más alto, si el gobierno federal hubiera cambiado la composición del gasto público. El gobierno federal prefirió sacrificar la inversión física y favorecer subsidios y transferencias. Siguen pesando la debilidad de precios internacionales en las materias primas, pues la minería no levanta desde el tercer trimestre de 2014. Nuestra industria petrolera sigue siendo un lastre, aunque Pemex haya registrado utilidades por primera vez desde que es Empresa Productiva de Estado (77.5 miles de millones de pesos).

Para finalizar, el mayor crecimiento económico es una de las mejores noticias para mantener el grado de inversión en la calificación de la deuda pública. Con el monto nominal de deuda autorizado para 2017, y los remanentes de operación de Banco de México aplicados a reducir el saldo de la deuda, permitirán que en 2017 el cociente de deuda a PIB se aleje del fatídico 50%. Que esto no signifique que puedan echarse a volar las campanas; en el horizonte todavía se vislumbran nubes grises que con un mal ambiente político pueden lograr turbulencias no deseadas.

Economista.

@jchavezpresa

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