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Si hay una asignatura pendiente en México, es la de organizar y coordinar a los gobiernos federal, estatal y municipal para mantenerlos unidos en beneficio de la población. La jerga académica y la de políticos suele usar términos que no le dicen nada al ciudadano común para referirse a esa interrelación de los tres órdenes de gobierno: federalismo, coordinación fiscal, participaciones de los ingresos federales, aportaciones federales o gasto federalizado (sic y horribilis), entre otros.
La pregunta inmediata a contestar es: ¿y organizarlos cómo para qué? La respuesta inmediata: para que impere el orden en los territorios que corresponde atender a cada nivel de gobierno. Otra respuesta abstracta: para que los ciudadanos accedan y reciban los mejores servicios públicos que les permitan hacer efectivos los derechos humanos que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), las constituciones estatales y la de la Ciudad de México establecen. En términos prácticos: es organizar esa coordinación para que a lo largo y ancho de todo el territorio nacional todo ciudadano acceda a servicios públicos como el de seguridad con un umbral mínimo de calidad: que la integridad física y patrimonial de las personas estén a salvo.
Ciudadano hay sólo uno, y son tres los órdenes de gobierno responsables de proveerles esos bienes y servicios públicos indispensables para permitirles acceder a la prosperidad, justicia y equidad. No obstante, la realidad se obstina en demostrarnos continuamente que ni están bien coordinados y menos aún bien organizados para proveer esos mínimos necesarios para facilitar el despegue de las personas hacia el bienestar.
En el México autoritario de partido hegemónico la cuadrícula de los tres órdenes de gobierno era sólo para disimular el centralismo imperante. Desde el centro se daba el visto bueno para la designación de autoridades y responsabilizarlas del control territorial para dar orden.
La alternancia de partidos en el poder llegó sin un plan y sin estrategia para que aquello que se resolvía en el régimen autoritario y centralista fuera solucionado por las nuevas autoridades electas por procesos electorales. No es queja ni lamento para regresar al pasado que unos añoran. Es para tomar conciencia que ni el Espíritu Santo ni la mano invisible de los mercados van a arreglar el gran desorden que traemos. Va desde la seguridad pública que se manifiesta con retenes militares en las carreteras, en los que no sabes si te puedes sentir seguro o vas a ser víctima de un abuso de la autoridad, o en localidades donde la policía estatal es incapaz de poder hacer efectivo el reglamento de tránsito, ya no digamos impedir que la vía pública sea lugar para ingerir bebidas alcohólicas acompañados de tambora o mariachis. Esto último es lo que se ve en Ixtapa Zihuatanejo.
Ixtapa es una invención mal lograda del gobierno federal que inició en el gobierno del presidente López Portillo (1976-1982), buscando emular el caso de Cancún. Con miles de millones de pesos de inversión federal, ese lugar no logra despegar para tener un nivel de actividad constante a lo largo del año. Fuera de las vacaciones de fin de año, Semana Santa y algunas semanas de verano, es un desierto. No ha podido desarrollarse comunidad. Un costo ambiental elevadísimo al afectar una laguna llena de cocodrilos para construir una marina, en lugar de haber desarrollado el puerto de Zihuatanejo. Hoy la marina de Ixtapa está lejos de ser un éxito. Los dos pequeños centros comerciales tampoco lo son. La playa es maravillosa; sí la mantienen limpia porque afortunadamente así conviene a los hoteleros (e.g. de intereses bien alineados), pero la contaminación de ruido es muy desagradable y se extiende hasta la madrugada.
Para 2015 el Inegi estimó que casi 125 mil personas habitaban el municipio de Zihuatanejo de Azueta. Y de acuerdo con Coneval, en 2010 16% de las personas vivían en pobreza extrema y 40% en pobreza moderada. Las principales carencias: 63% de las personas no accede a la seguridad social; 38% de las viviendas no tienen los materiales adecuados o los espacios son muy reducidos; 35% no accede a buena alimentación. Seguramente siete años después habrá mejoría, pero será insuficiente.
No deben extrañarnos los rezagos. Atraso y pobreza se dan porque los gobiernos locales son incompetentes e ineptos, y porque están mal coordinados con el gobierno federal y estatal. Esto se hace más evidente al ver que ni siquiera en la era de internet las páginas de internet de estos órdenes de gobierno hagan referencia a la de los otros (www.siglo.inafed.gob.mx http://www.ixtapa-zihuatanejo.gob.mx/directorio.html del trienio 2009-2012), es el nuevo feudalismo digital. Bien por el gobierno de Guerrero www.guerrero.gob.mx que sí da información sobre los de los municipios, pero deja ir la oportunidad de llevarte a las entrañas del municipio.
A menos de que el Estado mexicano invente las instituciones territoriales y digitales pertinentes para dar orden y crear los ambientes propicios para el desarrollo de las comunidades establecidas ahí, la prosperidad, la justicia y la equidad seguirán siendo quimeras. Federar es unir y unir también es conectar.