Santaclós no existe, como tampoco los superhéroes que la imaginación les dio vida a través de cómics o los nuevos personajes que están por inventar en un videojuego. Antes de continuar, por favor mantengan este artículo lejos de niñas y niños que tienen el privilegio de creer.

En efecto, estos seres con atributos supernaturales para conceder nuestros deseos materiales o procurar nuestra defensa ante el mal que supera la capacidad del Estado no existen. En cambio, lo que sí existe son las organizaciones que vamos creando los seres humanos para proveer, gracias a la colaboración y coordinación de personas, bienes públicos como lo son la seguridad nacional, la seguridad a la integridad física de las personas, el acceso a oportunidades de desarrollo, la seguridad jurídica y la seguridad social, por citar los más importantes.

Si no existen Santaclós y similares, ¿entonces qué podemos hacer? Podemos hacer mucho más de lo que nos imaginamos. Ahí va una lista de acciones específicas y precisas que sí pueden cambiar la vida de millones de personas. Desde luego se lograrían con rapidez si hay la voluntad de quienes ejercen el poder público o de nosotros que lo demandemos.

1. Que el gobierno federal publique en los periódicos locales y dé a conocer por medio de medios electrónicos la entrega de participaciones de ingresos federales, esto es de los impuestos que pagamos principalmente, así como de las aportaciones para cubrir educación, salud, seguridad, infraestructura social entre otros. Si esto se hiciera se evitarían problemas como los de Veracruz y Tabasco, donde los gobernadores usaron y desviaron recursos que no eran para el gobierno estatal. Así también dejaría de haber tanto anuncio de administraciones públicas de los tres órdenes, de cámaras de legisladores, poderes judiciales y órganos autónomos, que nos saturan ad nauseam con anuncios francamente aturdidores.

2. Que nuestros gobernantes y aspirantes a presidente y otros cargos populares entiendan que la fuente de la riqueza es el trabajo intensivo en capital humano, es decir en educación de calidad, donde las personas en ambientes donde pueden ejercerse libertades fundamentales tienen la posibilidad de concretar lo que sueñan. Por lo tanto, nuestra carta incluiría como petición que la educación de calidad llegue a todos para que no sea la cuna en la que naces la que determine tu destino.

3. Para dejar de hacernos tontos con tanto programa disfrazado con la intención de “desarrollo social”, empezar por obligar al gobierno federal, estatal y municipal a tener un solo padrón de beneficiarios. De lograrlo, además de poder reasignar el gasto público a la prestación de servicios públicos y a la infraestructura necesaria para prestarlos a las personas que el Estado los mantiene excluidos, la aplicación de nuestros impuestos sería sustancialmente más productiva.

4. Alinear todas las políticas públicas al crecimiento económico. De lograrlo, el déficit público que aún es manejable no sería problema. El problema no está ahí, está en que el país, y en específico ciertas regiones del país como las que están en el centro, sur y sureste, o están estancadas o muy rezagadas. El triángulo que va de Querétaro hacia el norte, sí trae una narrativa de crecimiento económico muy diferente. Ahí sí han llegado las reformas. Los precandidatos antes de presumir sobre sus personas, deberían de convencernos que sí tienen capacidad de propuesta. El centro, sur y sureste les da esa oportunidad.

5. No todo recae en las instancias gubernamentales. El sector privado juega un papel importantísimo; después de las reformas estructurales que inició el presidente Miguel de la Madrid y que culminan con el presidente Peña Nieto, la responsabilidad del crecimiento económico recae en el sector privado y la del desarrollo en el Estado. La transformación del Estado propietario de medios de producción a uno promotor del desarrollo implica que el gobierno federal, estatal y municipal no inhiban el crecimiento económico con regulaciones absurdas o que limitan la competencia y facilitan la creación de monopolios y oligopolios. Cuando esto sucede el caldo sale más caro que las albóndigas.

6. Atrás de toda tragedia humana hay historias perfectamente trazables de corrupción, como la ocurrida en el mercado de artículos para la pirotecnia en Tultepec. La cadena de destrucción silenciosa de las instituciones que ocasiona la corrupción es la que hay que parar. Y esa es una lucha de todos los días.

Estos deseos no hay que pedírselos a Santaclós; nos los debemos pedir a nosotros mismos, y sí se pueden obtener. Empecemos a creer en nosotros mismos. Regalémonos un mejor hogar, una mejor calle, un mejor municipio, un mejor estado para tener un mejor país.

Les deseo una muy feliz Navidad.

Economista.

@jchavezpresa

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