Las perspectivas de crecimiento en la economía global para 2017 no son alentadoras. Esto no es una buena noticia para la economía mexicana, ya que desde el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) uno de sus principales motores del crecimiento ha sido el sector externo. Esto impulsó la inversión en actividades industriales, principalmente en el área automotriz, para incrementar sostenidamente exportaciones manufactureras.

La semana pasada, en las reuniones de otoño de los principales organismos financieros multilaterales celebradas en Washington DC, el Fondo Monetario Internacional dio a conocer sus estimaciones de crecimiento para la economía global, las economías desarrolladas y las emergentes. Como ha sido la costumbre en los últimos años, está revisando a la baja lo previsto para el cierre de 2016. Y para 2017 prevé una tasa de crecimiento ligeramente mayor a la de 2016. Desde 2013 estas reuniones semestrales han tenido la característica de revisar constantemente las previsiones de crecimiento económico global a la baja.

En consecuencia, la pregunta es: ¿qué está pasando en la economía global para que se estén estimando menores tasas de crecimiento económico? Para empezar: la economía global no ha podido recuperarse del gran golpe que representó la gran crisis financiera de los Estados Unidos y Europa que desembocó en la Gran Recesión de 2009. Esa crisis fue devastadora, destruyó demanda agregada en la principal economía del planeta: la de nuestros vecinos del norte, Estados Unidos. Acabó con empleos y valor patrimonial de millones de familias. La expansión monetaria, al disminuir drásticamente las tasas de interés, no produjo un aumento de la inversión privada y tampoco promovió la inversión pública. Lo que sí ocasionó fue una redistribución: una fuerte recuperación de la riqueza de quienes poseen activos financieros como acciones de empresas. También dio los incentivos para introducir medidas que protegen a los productores nacionales.

Por otro lado, la economía de China, que se había constituido como el motor de la economía global al crecer a tasas superiores del 10%, alentaba a las economías emergentes comprándoles sus materias primas. Sin embargo, era de esperarse que esas tasas de crecimiento económico eran insostenibles, dados los desequilibrios que estaba generando en la economía china. Estos eran una expansión de la infraestructura, la construcción de viviendas e incluso de ciudades que ya no se habitaban, y excesos de capacidad de producción en industrias como la del acero. La desaceleración china “jalaba” a las economías emergentes vía las cadenas de transmisión del precio de las materias primas. En China ahora se ha optado a un cambio estructural: en lugar de sostener su crecimiento económico con exportaciones, ahora se busca promover el aumento del consumo de la población y el aumento y mejoría de los servicios. Esto a su vez afecta el impulso al comercio mundial, pues se demandan menos exportaciones de las economías emergentes.

Por si lo anterior no era suficiente, en este año la salida de Reino Unido de la Unión Europea es más leña para desacelerar el exiguo crecimiento mundial. Otro aspecto que ha caracterizado a las economías es que han buscado incidir en la recuperación de sus economías a través de la política monetaria, con lo que nos han demostrado que la llamada trampa de la liquidez no es un tema teórico: por más que bajes las tasas de interés no impulsarás la inversión privada.

La expansión monetaria tampoco ha generado inflación, al contrario, de no haberse dado esta expansión, habríamos observado caídas sostenidas en el nivel general de precios.

Ante este escenario, a México se le han estrechado los márgenes de maniobra. Esta administración heredó un elevado déficit primario, esto es que los ingresos eran sustancialmente menores a los gastos gubernamentales, aun sin contar la carga del pago de intereses sobre la deuda. Esta administración después de septiembre de 2014 dejó de contar con la bendición de los altos precios del petróleo, y por decisiones equivocadas tanto en la designación como por tardarse en la remoción del director general de Pemex, se echó encima una carga que no tenía a fines de 2012. Sin embargo, las malas decisiones siempre te alcanzan y la realidad te exige pagarlas. La diferencia es que a esta administración le está tocando pagar su pecado.

Perspectivas sombrías para el crecimiento

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses