El eslabón más débil de la reforma energética tiene nombre: es Pemex y esto sorprende porque ha tenido el monopolio de los hidrocarburos en México. De hecho, aún sigue siendo el único jugador. A muchos les gusta atribuir su debilidad financiera al régimen fiscal. Eso en definitiva no es así, pues Pemex jamás pagó al Estado mexicano, es decir a los mexicanos, un centavo por las asignaciones en exclusividad para explorar y extraer hidrocarburos. El porcentaje de pagos al gobierno ha sido comparable al de otros países. Dejó de ser tema.

La debilidad de Pemex se encuentra muy bien ubicada en tres puntos: uno, la pésima calidad de las inversiones; dos, los costos excesivos, y tres, en su incapacidad de innovación.

Sobre el punto uno, Pemex lleva cuando menos tres lustros haciendo pésimas inversiones; esto se hace más evidente desde el declive abrupto de Cantarell. Los montos que ha invertido Pemex, o que nos han dicho que ha invertido Pemex, desde 2001 a la fecha son comparables con las que han hecho las empresas petroleras de las grandes ligas: Exxon Mobil, Shell, BP, Chevron, incluso Petrobras. La pequeña diferencia estriba en el rendimiento físico que han tenido éstas al compararse con el de Pemex. Los más de 300 mil millones de dólares que supuestamente ha invertido en ese período no han derivado en mayores reservas y más producción, con la excepción de los años en los que se llevó a Cantarell al zenit de producción. Hoy Pemex produce 281mil barriles diarios menos que en 1990, con la diferencia de que en ese año todavía se tenían reservas enormes por Cantarell.

Con los altos precios de petróleo que prevalecieron casi por una década, qué sentido tenía reclamar. La costosísima “reconfiguración” de las refinerías dejó resultados decepcionantes en términos de rendimiento y no pudieron hacer frente al incremento de la demanda. Por si fuera, un fracaso absoluto lo que se hizo con la petroquímica básica, la cual se quedó en el peor de los mundos.

Sobre el punto dos, los beneficios de “nuestra” petrolera ya han sido distribuidos. Los reciben tanto el alto costo laboral, causado por contrataciones excesivas, prestaciones y pensiones fuera de este mundo, como sus proveedores. Prevalece la falta de transparencia y los escándalos salen a flote con cada cambio de administración.

En cuanto a la innovación, Pemex se ha quedado tecnológicamente muy rezagado. Su fuerte ha estado en aguas someras gracias a Cantarell y Ku-Maloob Zaap. No pudo transformarse de “ballenero” para los grandes yacimientos en “sardinero” para poder hacer producir los yacimientos fragmentados de Chicontepec.

La naturaleza ha sido muy generosa con México en materia de hidrocarburos y Pemex nos ha quedado a deber. Esto es increíble, pues el talento de sus técnicos y trabajadores que traen bien puesta la camiseta no ha podido ser aprovechado a plenitud. Si esto es así, ¿qué pasa más allá de cambiar al director general?

El problema de Pemex sigue estando en el arreglo institucional. Está en los incentivos. Si bien Pemex es ahora una Empresa Productiva del Estado, en los hechos sigue operando como un organismo público descentralizado. En su consejo de administración no debe haber secretarios de Estado. El Secretario de Energía o el de Hacienda debieran presidir algo equivalente a una asamblea de accionistas, que somos los mexicanos.

Es fundamental cortar el cordón umbilical que une a Pemex con la protección financiera soberana que da el Estado. Cada vez que se asumen pasivos de Pemex con cargo a los contribuyentes, se manda la señal de que no pasa nada; no hay consecuencias por los abusos. Sí hubo un abuso con permitir pensiones estratosféricas; sí hubo un abuso con el instrumento financiero conocido como Pidiregas (acrónimo de proyectos de impacto diferido en el gasto y apodo para lo que por ley son proyectos de infraestructura productiva de largo plazo) que ocasionó un fuerte quebranto que se remedió con cambiar la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria para impedir a Pemex utilizarlo. Sí ha habido un abuso autorizando la compra de plantas de fertilizantes. Seguirá habiendo abuso mientras a Pemex no se le transforme en una auténtica empresa y los mexicanos seamos sus accionistas de verdad.

Economista. @jchavezpresa

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses