¿Por qué si el sector público gasta cada vez más, el presupuesto de egresos rinde cada vez menos? Esa es la paradoja que los nuevos diputados federales deberían investigar ahora que analicen, y en su caso modifiquen y aprueben el proyecto de Decreto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio fiscal de 2016 (DPEF 2016).

Esta paradoja llama la atención, pues el ciclo de incremento del gasto público que se inició en la administración del presidente Fox, que se aceleró durante la del presidente Calderón y que terminó en 2014, tuvo poco impacto en el crecimiento económico y en la reducción de la pobreza. Sobresale que en 2007, a nivel gobierno federal, se registró por primera vez desde principios de la década de los ochenta un pequeño déficit primario; esto es que todos los ingresos del gobierno federal fueron menores al total de gastos, sin incluir los que corresponden al costo financiero de la deuda. El balance primario es un indicador de fortaleza fiscal, para el cual se recomienda tener en superávit con el fin de poder cubrir los intereses de la deuda.

En situaciones excepcionales puede incurrirse en déficit primario, como ocurrió en 2009 con la Gran Recesión que afectó a toda la economía global. En ese año, el gobierno del presidente Calderón, con el aval del Congreso de la Unión, puso en práctica una política fiscal anticíclica para compensar la fuerte caída de las exportaciones, en especial las manufactureras, e incrementó fuertemente el gasto público e hizo uso de los fondos de estabilización que se habían acumulado por el incremento en los ingresos petroleros de años anteriores. Pese a que la recuperación de las actividades productivas volvió en 2010 y las finanzas públicas se beneficiaron con el rebote en el precio del petróleo, los déficit primarios fueron incrementándose impulsados por aumentos importantes en el gasto público.

Si bien 2009 marca un inicio de la aceleración del incremento del gasto público que termina en 2014, durante los últimos 25 años el gasto primario del sector público federal ha venido aumentando sistemáticamente. Sin embargo, para encontrar alguna explicación del porqué de su bajo rendimiento hay que analizar la composición del gasto. Ahí sobresale que de 2007 a 2014, el gasto del sector público federal, sin incluir participaciones a los estados y costo financiero, aumentó en 4.2 puntos del PIB, lo que equivale a 1.1 veces la recaudación del IVA. Lo más sorprendente es que este aumento de los egresos, financiado con ingresos no recurrentes provenientes de los altos precios del petróleo y endeudamiento público, se explica por los crecientes pagos de pensiones y los subsidios y transferencias que se otorgaron a través de programas de desarrollo social y al sector agropecuario. Las transferencias se caracterizan por no tener una contraprestación: son recursos que aportan los contribuyentes que pagan impuestos o que resultan de la venta de petróleo y se entregan a otros segmentos de la población para que éstos consuman más. Sin embargo, a nivel demanda agregada de bienes y servicios tienden a neutralizarse. O dicho de otra forma, cada vez el gasto público se destina a pagar más pensiones y más subsidios y transferencias a costa de asignar menos recursos públicos para ampliar la oferta y mejorar la calidad de los servicios públicos que son necesarios y se complementan para incrementar el capital humano y potenciar a las actividades productivas.

Como botón de muestra: en 2011 el monto de las jubilaciones y pensiones representó el 12.4 por ciento del gasto programable aprobado para el sector público, en 2015 llegó a 15 por ciento, a precios constantes de 2016 esto es un incremento de 187 mmp, casi un punto de PIB. De igual manera, los presupuestos destinados a los programas presupuestarios ricos en transferencias son los que han registrado proporcionalmente incrementos superiores a los que se destinan a la inversión en obra pública y a la prestación de servicios públicos. Aquí es donde está el meollo de la paradoja del gasto. Muy pronto la restricción fiscal obligará a decidir si lo que necesitamos es más gobierno sesgado en la distribución de subsidios y transferencias o un gobierno más inclinado a proveer bienes y prestar servicios públicos para formar personas que contribuyan al desarrollo nacional

Postdata. Esa semana atestigüé un evento excepcional de planeación para la coordinación y colaboración entre órdenes de gobierno en beneficio de los tabasqueños: el gobernador Arturo Núñez se reunió durante dos días con los presidentes municipales electos.

Economista

@jchavezpresa

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