En el PRI hay una mano invisible que mueve tras bambalinas los hilos del poder. Es la mano de alguien que conoce el sistema y tiene autoridad para marcar el rumbo y sugerir reacomodos en el gabinete. Es un PRI de gente joven el que apareció en pantalla tras la última rotación, que en términos corporativos se explicó a los medios como una “reingeniería” del gobierno.
La realidad es que se aprovecharon las elecciones legislativas de medio sexenio para reforzar la confianza de los electores en una administración que ha estado plagada de problemas (falta de crecimiento, el dólar, la devaluación del peso, la reforma educativa, la CNTE, y hasta la debacle de El Chapo, que cada día se ve peor…).

Este PRI se mueve ahora a un ritmo diferente. Podríamos llamarlo “el PRI de Los Pinos”: un partido elitista que no tiene relación con el antiguo dinosaurio que se apoyaba en las masas.

Para formar el nuevo gabinete simplemente reacomodaron a los jóvenes políticos. Maestrías, doctorados y estudios en el exterior fueron las cartas de presentación de los “nuevos” ministros, que al detenerse la música aparecieron en sillas diferentes.

Este tipo de reacomodos son comunes en los regímenes parlamentarios. Pero en un sistema presidencialista como el de México degradan al Presidente encargándole funciones de primer ministro. Sorprendió la reestructuración del gobierno a mitad del sexenio, y como no era necesaria no se le dio mayor justificación.

El PAN estuvo a punto de ser borrado del mapa, víctima de la impunidad con la que gobernaron sus funcionarios, y los efectos negativos de la administración del führer Calderón. (Menudo paquete le dejaron a nuestro colega Luis Felipe Bravo Mena como zar anticorrupción para limpiar el partido.) Hoy tienen otra oportunidad con Margarita Zavala, que es la cara amable del PAN. El PRD murió, como era de esperarse, a manos de sus “tribus”. No parece tener fuerza ni cuadros para enfrentar otra elección presidencial.

En los cambios al gabinete de EPN no se pretendía corregir nombramientos equivocados. Ni librarse de alguien que no estuviera funcionando. Todos cumplían su deber y mantenían las expectativas presidenciales. Tampoco tuvo por objeto incluir a priístas que estuviesen en la banca esperando una oportunidad. Insisto: la medida fue mediática.

Es posible que los cambios hayan sido para darle a algún ministro el carácter de “presidenciable”. Y bajo esa premisa el primero que salta a la vista es Aurelio Nuño. Tiene el estilo, la figura y el corte de Peña Nieto. Le dieron una secretaría clave: Educación. Está en el corazón de las reformas y será la vara para medir el éxito o fracaso de esta administración. El problema es que lo están lanzando a la arena demasiado temprano.

Finalmente, la mano invisible se delató: convirtió a una de sus familiares en secretaria de Estado… por segunda ocasión…

Analista político.

http://jorgecamil.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses