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Donald Trump ganó la presidencia de EU con una aplastante victoria que nadie vio venir. Arrasó en casi todos los estados. Y no es que las encuestas estuviesen equivocadas, sino que muchos se guardaron su intención de voto hasta el último minuto. Prometían votar por Hillary, pero a la hora de la verdad se burlaron de Bill, de Hillary, del Partido Demócrata, y también del republicano. Cansados de los políticos optaron por un rumbo diferente. Había surgido la Revolución Trump: un fuerte movimiento de derecha que no se conocía desde los tiempos de Ronald Reagan.
Ha terminado la era del “multilateralismo” complaciente a la Clinton y Obama; la era de lo “políticamente correcto”. Hemos regresado de lleno al crudo mundo unilateral de “América primero”.
“Yo seré su voz”, les prometía el millonario de pelo amarillo, y decidieron seguirlo; el millonario que arrebató la nominación a los jerarcas del partido, que no lo apoyaron, y para colmo anunciaron que no votarían por él. Hoy Donald Trump es prácticamente dueño del Partido Republicano, con mayorías en la Cámara de Representantes y el Senado.
Trump llevó a los votantes de la mano. Les mostró la enorme fortuna de los Clinton, escondida tras una telaraña de argucias legales, “fundaciones cuestionables” y “propósitos caritativos”. Les hizo ver el abandono en que los habían olvidado los demócratas y el buenazo de Obama.
(Los Clinton descubrieron hace mucho la gallina de los huevos de oro: donaciones millonarias de los países árabes, porque tienen dinero a manos llenas y están acostumbrados a la institución de la “mordida”. En un cumpleaños de Hillary, Qatar le regaló a la secretaria de Estado un millón de dólares que no fueron declarados).
En el país más rico del mundo millones comían gracias a los cupones alimentarios del gobierno federal (food stamps). Había llegado el momento de actuar. El magnate viajó por todo Estados Unidos persiguiendo el voto de las minorías. Les hablaba con franqueza: “ya no tienen nada qué perder”.
Trump comenzó por buscar el voto de policías y veteranos de guerra. Policías, porque en el “ojo por ojo” que libran con los afroamericanos éstos habían comenzado a responderles en especie: con francotiradores. Se concentró además en los veteranos, porque fallecían olvidados en hospitales públicos esperando atención médica o la muerte. Muchos habían comenzado a tomar el triste camino del suicidio.
No es aconsejable que el presidente Peña Nieto adelante atropelladamente una reunión con Trump. Es necesario recordar que la estrategia que llevó al magnate a la victoria pasa por muchos temas delicados de la relación bilateral, donde no parece haber mucho espacio para negociar. Tampoco es momento de rasgarse las vestiduras para mostrar liderazgo.
El muro divisorio, las deportaciones de inmigrantes ilegales y la restructuración o terminación del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá (Nafta) no son temas en donde Trump pueda ceder o negociar…
Analista político