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Cuando el presidente Peña Nieto anunció en Londres que la reforma energética sería “transformadora”, y que habría enmiendas a la Constitución para dar “seguridad” a los “inversionistas”, era casi imposible no voltear la mirada al general Lázaro Cárdenas, autor de la expropiación petrolera que se convirtió con los años en una venerable figura histórica. Un defensor a ultranza del “nacionalismo mexicano”...
Peña Nieto mismo no pudo evitar una reverencia al general Cárdenas cuando declaró, aunque en términos no muy precisos, que su iniciativa de reformas se basaba en las “ideas fundamentales” de las “reformas” del presidente Cárdenas.
Era necesario entonces precisar esas “ideas fundamentales” en torno a supuestas “reformas” efectuadas por el autor mismo de la expropiación petrolera.
En el maremágnum de opiniones e interpretaciones del pensamiento cardenista publiqué en EL UNIVERSAL el 21 de agosto de 2013 un artículo de opinión que titulé, intentando algo de humor en medio de la confusión: Lo que el presidente Cárdenas quiso decir…
Para el presidente Peña Nieto sólo comenzaban los dolores de cabeza: ¿cómo darle la vuelta al nacionalismo cardenista sin ofender a la izquierda? ¿Cómo evitar una ofensa a Cuauhtémoc Cárdenas: ex priísta, hijo del general Cárdenas y fundador del PRD?
Por su parte, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, crítico de la reforma energética, no estuvo de acuerdo en que se utilizara la figura de su padre para apoyar e impulsar una “antipatriótica y entreguista reforma energética”. Estaba convencido que la participación de particulares en la “cadena productiva” de Petróleos Mexicanos era una manera solapada de privatizar Pemex. Y por lo que vimos estos últimos días no estaba del todo equivocado…
Las “reformas” del presidente Cárdenas, a las que Peña Nieto se refería, eran las reformas de la Ley Reglamentaria del Artículo 27 Constitucional de 1940, dos años después de la expropiación, que permitían celebrar contratos con los particulares para la exploración y explotación del petróleo. Adolfo López Mateos, más cardenista que el general, cerró esa puerta durante su presidencia.
Hoy la entelequia corporativa que sustituyó a un Pemex al borde del colapso financiero se dispone a autorizar la operación de miles de gasolineras extranjeras en territorio nacional. Eso confirmó el fracaso de Pemex.
Peña Nieto trató al general Cárdenas con respeto. Algo que no han hecho los globalizadores priístas que abandonaron el “nacionalismo revolucionario”. Los mismos que celebraban con poco entusiasmo el 18 de marzo.
Hoy, en pleno siglo XXI, algunos encuentran “pasada de moda” la figura del general Lázaro Cárdenas. Olvidan a las familias mexicanas que en su momento acudieron al Palacio de Bellas Artes a poner a disposición del ilustre presidente las modestas joyas familiares que tal vez ayudarían a pagar la deuda petrolera. ¡Qué momento histórico de México! ¡Qué gran presidente fue Lázaro Cárdenas!
Analista político