Las grandes donaciones en efectivo y obras de arte en Estados Unidos están en muchos casos ligadas a estrategias fiscales. Pero, aún así, parece que para los grandes millonarios americanos se ha convertido en motivo de orgullo ayudar significativamente a los demás: los pobres, las universidades y las iglesias continúan siendo las causas preferidas.

También se ha hecho costumbre que los más ricos cedan una cantidad simbólica a hijos y familiares, y donen formalmente el grueso de su fortuna a obras de caridad. La práctica se inició con Warren Buffet (el inversionista multimillonario amigo de los Gates). Y hoy, según la declaración de Melinda Gates a Katia D’Artigues en EL UNIVERSAL, nos enteramos que los Gates han hecho otro tanto. En ambos casos las donaciones de estos dos millonarios han excedido el 90% de sus fortunas. ¿Y los hijos? Prefieren darles educación…

La filosofía de Buffet es que unos cuantos millones son suficientes para garantizar el “amor” y la seguridad de los hijos, pero evitando convertirlos en millonarios inútiles y prepotentes a la muerte del padre.

En este tema, la extravagancia de los millonarios estadounidenses parece no tener límites. (¿Quién no ha leído historias de viejecitas que dejan millones de dólares para el cuidado de sus gatos?) Los entierran en elegantes cementerios para animales con criptas de mármol italiano, jardines y otros caprichos.

En México la cultura es diferente. Nuestros millonarios se aferran a sus fortunas hasta el último minuto. Y a veces ponen en riesgo la validez del testamento con caprichos y cláusulas inusuales. Quieren continuar gobernando desde la tumba…

Muy al principio, cuando nos enteramos que un compatriota nuestro era el hombre más rico del mundo, y que compartía honores en las listas de Forbes con personajes como El Chapo Guzmán, algunos periodistas le pedían a Carlos Slim declaraciones sobre sus obras de caridad. El magnate contestaba con cierta prepotencia: “yo no regalo dinero; doy empleos”. Con eso evadía la crítica social y dejaba constancia de una supuesta “magnanimidad”.

Gracias a la interesante entrevista de Katia D’Artigues a Melinda Gates me enteré la semana pasada que el magnate mexicano también tiene una fundación, para mí desconocida. Se tocó el tema de pasada, sin mayor detalle, pero me atrevo a asegurar que ninguna fundación “caritativa” de Slim podría compararse con la famosa fundación de Bill y Melinda Gates. (Melinda estuvo en México para participar en un congreso global sobre cuidados prenatales y neonatales, y aprovechó la entrevista para promover sus ideas sobre el “empoderamiento” de la mujer como condición para superar el subdesarrollo económico.)

Slim gastó algunos millones el año pasado cortejando mujeres famosas de su generación, como la reina Noor de Jordania y la actriz Sofía Loren. Muy su gusto y su dinero. Pero es un hecho que él prefiere comprar equipos de futbol…

Analista político.

http://jorgecamil.com

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