Una nación para emerger al concierto de las naciones lo tiene que hacer poniendo sobre la faz del mundo sus aspiraciones y anhelos más preciados, su ideario, por el cual sus hijos se emancipan y convienen unificarse y luchar en la búsqueda de que se hagan realidad, eso son los Sentimientos de la Nación que José María Morelos y Pavón escribió en Chilpancingo hace doscientos tres años, sí allá en Guerrero, no fue casual que haya sido en ese lugar, la capital de lo que treinta y seis años después, sería el estado de Guerrero.

Visionaria o realista, Morelos fue al lugar menos desarrollado de lo que entonces se conocía como la Nueva España, porque sabía que desde ahí, desde donde había menos desarrollo, menos justicia, más opresión y mas desigualdad, tenía que partir el esfuerzo para que, guiados por los Sentimientos de la Nación, se construyera el México independiente, de igualdad, justicia y los poderes públicos con su división, con pesos y contrapesos en caso de extralimitarse alguno de ellos, la fuente de la soberanía, la ciudadanía, las leyes y su misión como instrumento para moderar la opulencia y la indigencia, en fin, para construir un México homogéneo en su desarrollo, no dividido en norte desarrollado y sur atrasado.

No obstante la claridad del ideario, no caigamos en el autoengaño, en doscientos tres años no hemos sido capaces de hacerlo realidad, seguimos siendo un país con grandes desigualdades, injusticias, diferencias, sin división de poderes, sin que las leyes generen igualdad, con una gran indigencia o pobreza y una gran concentración de riqueza u opulencia, no se han hecho realidad los Sentimientos de la Nación, Morelos no estaría satisfecho y nos reprendería si constatara las condiciones en que se encuentra el país.

Año tras año, cada trece de septiembre en Chilpancingo se realiza la sesión solemne del Congreso Local para conmemorar el Primer Congreso de Anáhuac y dar lectura a los Sentimientos de la Nación, hecho que debería ser conmemorado por el Congreso de la Unión para honrar su nacimiento allá en la capital de Guerrero, donde se llevó a cabo la primera asamblea de la soberanía nacional, en donde nació el constitucionalismo mexicano, pero para los diputados federales, este hecho pasa sin pena ni gloria, es más, muchos ni siquiera saben de dónde emana el poder del congreso y menos saben lo que significa un congreso.

No obstante, la lectura de los Sentimientos de la Nación en la en la bóveda de la catedral de Santa María de la Asunción, año con año es casi literalmente, como ir a misa, nadie hace caso al sermón, así lo constaté en tres años cuando fui diputado en Guerrero, la mayoría de los que asisten, representantes de los tres poderes del estado, glamorosamente sonrientes, asisten satisfechos a la ceremonia como si el ideario de Morelos hubiera sido alcanzado.

Ayer le tocó a Enrique Krauze recibir la presea Sentimientos de la Nación que entrega el Congreso del Estado, a quién reconozco como historiador y pensador, pero ayer quedó corto en su discurso al afirmar que Guerrero es una herida abierta en los Sentimientos de la Nación, que mi estado es una muestra de un siglo de olvido, porque en realidad a Guerrero nació con el cáncer de la desigualdad y privilegios del sistema virreinal que subsisten hoy en día.

Pero coincido con él en el sentido de que los Sentimientos de la Nación no sólo son los fundamentos del diseño del sistema político, y del constitucionalismo mexicano, de la representación soberana, sino una verdadera acta de fundación moral de nuestra nación.

Coincido en que la moral debe ser la base de toda economía, de toda política y de toda cultura, porque en la moral nacen las ideas y acciones de las personas, y sin una moral buena no hay pensamientos y acciones buenas en la economía, el gobierno, la política y en la cultura.

Ninguna política pública, ley, inversión privada, actividad económica o cultural es socialmente benéfica sino tiene un fundamento moral de solidaridad, confianza, reciprocidad y bien común.

Es necesario mantener los ojos en la historia, porque tenemos muchos pendientes con quienes dieron la vida por construir nuestra nación, es necesario hacer una evaluación del ideario que nos legaron los padres de la patria para rendirles cuentas y dejen de ser idearios sin cumplir.

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