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En México soplan vientos nuevos, inéditos, que ayudarán a refrescar el ambiente nacional como expresión de un profundo deseo de cambio, motivado por la insatisfacción de sectores sociales mayoritarios con el actual estado de cosas.
Desde diversos ámbitos políticos, académicos, intelectuales, culturales, empresariales y de la sociedad civil, ha venido creciendo la convicción de que el régimen presidencialista vigente está agotado, que ya no da para más; que el país va por mal camino y es urgente que se dé un viraje en el manejo de las cosas públicas.
El país ha madurado para tomar grandes decisiones y protagonizar cambios importantes, de hondo calado. Así sucede de tiempo en tiempo, cuando los regímenes políticos han agotado un ciclo de su desarrollo: se presenta una crisis y la necesidad de crear algo nuevo, superior, se abre paso.
Cuando las élites gobernantes no se percatan de la dimensión y profundidad de la crisis, las fuerzas opositoras deben agruparse para sumar voluntades y enarbolar las banderas de la mayoría social, a fin de construir lo nuevo. A ello hemos contribuido con nuestro quehacer por décadas de lucha para hacer más justo y democrático al país.
Por ello, es de gran trascendencia el resolutivo del PRD para impulsar la conformación de un Amplio Frente Opositor democrático, progresista, con partidos políticos, sectores y personajes de la sociedad civil que pugnen por un cambio profundo sin estridencias en la estrategia para cambiar el rumbo, ni radicalismos incendiarios, sin discursos de odio que tensan innecesariamente la vida nacional. ¡No se trata de una alianza entre el PRD y el PAN; es un proyecto constructivo, más amplio y ambicioso!
Actuamos sin hacer a un lado que el PRD ha sostenido los principios fundamentales de la izquierda y que por muchos años ha privilegiado la agenda social de beneficio y atención a las mayorías, la generación de mejores condiciones para los sectores en situación de vulnerabilidad, entre muchos otros temas de interés nacional, desde la oposición y desde los gobiernos locales donde hemos tenido responsabilidad.
En ese sentido, sostenemos que el lugar del anacrónico presidencialismo debe ser ocupado por un gobierno de amplia coalición, que cuente con mayoría legislativa ganada en las urnas, contrariamente a quien plantea que se requiere un presidencialismo “bondadoso y magnánimo”, o sea, encabezado por un personaje mesiánico.
Ante la crisis de fin de régimen, impulsamos la convergencia de voluntades para configurar un programa mínimo de gobierno para combatir eficazmente la corrupción, la impunidad y la inseguridad, y que propicien el crecimiento económico, la generación de empleos y el impostergable incremento de los ingresos de la mayoría; y agruparnos sin sectarismos, sin satanizaciones, sabedores de que a la gente le interesa satisfacer sus necesidades, sin importarle si quien lo hace es gobierno de uno u otro signo político.
Ello, frente a quien estigmatiza a quienes buscamos unirnos, dizque porque somos parte de “la mafia del poder”, a la que hay que aniquilar. Este pensamiento sembrador de odios no es más que la manifestación del caduco autoritarismo cobijándose en un pretendido discurso de renovación.
El PRD ha sido, históricamente, un referente de entendimiento y construcción de acuerdos. Así nació: de la confluencia de diversas fuerzas políticas; y así lo hacemos ahora, con congruencia y con el orgullo de que nuestros esfuerzos no han sido en vano, siempre buscando acuerdos en beneficio de la gente.
Curiosamente quienes nos descalifican por esta decisión, dicen que no les preocupamos y que lo hacemos buscando “el poder por el poder mismo” cuando todo mundo sabe que quien nos acusa, lleva toda su vida buscando obsesivamente, sin congruencia y a como dé lugar, obtener el poder.
Estamos convencidos de que el país ha madurado para iniciar la construcción de una nueva República, un nuevo momento de la historia nacional. Démonos la oportunidad como mexicanos y trabajemos en ello.
Vicecoordinador de los diputados federales del PRD