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Hoy Pemex anunciará su Plan de Negocios 2016-2021 que sustituye al último, vigente sólo once meses. El Plan anterior tenía como objetivos principales incrementar las reservas, y capturar nuevas áreas prospectivas en licitaciones de aguas profundas y yacimientos no convencionales. Además, extraer hidrocarburos a costos competitivos, aprovechando las nuevas alternativas fiscales. Eso implicaba optimizar su portafolio de campos realizando farm outs; reactivar pozos cerrados, y acelerar aquéllos con menor inversión incremental; relanzar Chicontepec mediante farm outs y capturar otros campos a través de alianzas estratégicas; concretar farm outs de bloques de la Ronda Cero para acelerar la exploración y desarrollo de aceite y gas de lutitas; obtener campos estratégicos no asignados o farm ins por medio de licitaciones. Los otros dos objetivos se referían al desarrollo de mercados específicos y a mejorar los procesos de refinación.
Desde entonces la situación financiera y operativa de Pemex se ha deteriorado, por lo que se requiere que su Plan de Negocios adecúe sus objetivos y establezca nuevas metas acorde a su situación financiera y la del mercado de hidrocarburos. En una evaluación sumaria, es razonable afirmar que los objetivos no sólo no se alcanzaron, sino que para varios de éstos ni siquiera se inició su instrumentación.
Esta inmovilidad se dio mientras la reforma energética avanzaba en varios aspectos a buen paso, y con una orientación adecuada. Conducida por la Secretaría de Energía, la Comisión Nacional de Hidrocarburos realizó dos rondas de subastas en las cuales se asignaron 30 contratos. También fortaleció a los organismos reguladores y creó algunos nuevos, entre los que destaca la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), en respuesta a una prioridad marcada por el Congreso.
El nuevo Plan de Negocios también enfrenta un entorno diferente. Destacan: primero, la disminución sustancial del precio del petróleo, que cayó de 105 dólares por barril (dpb) en junio de 2014 a 49 dpb en octubre pasado. Segundo, precios del gas natural históricamente bajos y estables a nivel mundial, pero sobre todo en América del Norte. Tercero, la desaceleración de las inversiones realizadas en el sector hidrocarburos.
Un análisis certero del efecto de esos tres factores debe ser integral. Menores precios de crudo y gas afectan las expectativas, induciendo ajustes de corto plazo de todas las empresas, y reduciendo, posponiendo o cancelando proyectos de inversión.
Pemex reaccionó en el mismo sentido, si bien en grado excesivo, presionado por la Secretaría de Hacienda. Esos cambios, inevitables en el corto plazo, no deben afectar la visión de mediano plazo acerca de la empresa petrolera nacional.
La petrolización de las finanzas públicas, que la tibia “reforma fiscal” no corrigió, induce que todo ajuste fiscal recaiga desproporcionadamente sobre Pemex, y se limite a reducciones en su gasto de inversión. Por eso, no se ha avanzado en lograr los objetivos planteados: en vez de aumentar, la producción de crudo y gas se redujeron. En los hechos se planteaba un Pemex que crecería (para 2025 produciría 3.2 mbd y 6.4 mmpcd de gas). En otras palabras, el Plan anterior partía de una visión de un Pemex que, a pesar de enfrentar competencia de los nuevos participantes en el sector, crecería, no se debilitaría o achicaría como está sucediendo.
Ya se perfila una recuperación gradual del precio del petróleo para 2017. Se habla de entre 50 dpb (pesimistas) y 60 dpb (optimistas). También se anticipa estabilidad del precio del gas natural en América del Norte. Con esas perspectivas, el Plan debe establecer con todo realismo la situación financiera de Pemex y presentar los proyectos prioritarios de inversión necesarios para alcanzar su metas en exploración y producción. El gobierno debería ayudarlo, al eliminar las restricciones que le impone (al igual que a CFE) el estar incluido en el Presupuesto de Egresos de la Federación, para que pueda concretar operaciones financieras al aportar activos no indispensables, realizar los farm outs y migraciones, y utilizar sus múltiples activos como garantías para financiar proyectos.
Eso sería lo consistente con el espíritu de la reforma de Pemex que impulsó Peña Nieto y que aprobó el Congreso en su conjunto. Veamos qué presenta Pemex hoy.
Economista