Los vaivenes del mercado petrolero durante los últimos 18 meses han atraído la atención de todos. La razón es que a todos nos afectan, como lo muestra la depreciación inmediata del peso.

Explicar y, sobre todo, pronosticar el mercado petrolero internacional siempre ha sido difícil. Hoy se observa un desbalance muy particular: la oferta de crudo ha venido superando la demanda durante muchos meses. Como resultado, se han acumulado inventarios desde el primer trimestre de 2014 lo que provocó una reducción sustancial del precio del crudo. A partir de esa disminución, se prevé que los inventarios comiencen a declinar. Sin embargo, como es natural, se acumularon tanto que hoy se estiman que llevará al menos cinco trimestres que se absorban, lo que implica que durante ese periodo la producción se reducirá en muchos rincones del mundo.

Todo desbalance de un mercado involucra tanto la oferta como la demanda. En este caso particular, como el colapso del precio coincidió con el desarreglo de la economía global, del cual se culpa a la desaceleración de la economía de China (que todavía crece 6.9% anual), con frecuencia se oye que el desbalance responde a falta de demanda. En los hechos no es así; la demanda está ahí, y lo que se redujo fue su tasa pronosticada de expansión.

Lo que hay en el mercado de petróleo es un exceso de oferta, debido esencialmente al aumento de la producción de crudo en EU, y al pronóstico de que otros países podrían aumentar su producción pronto, el caso más referido es Irán.

A partir de esos elementos, en el evento Energy Mexico 2016 los expertos coincidieron en que no hay elementos para anticipar una pronta recuperación de los mercados, “a menos que suceda algo extraordinario”. Esto implica que es poco probable que se dé una recuperación significativa del precio del petróleo durante 2016 y 2017.

Aceptando esa conclusión, una cuestión paralela muy relevante es cómo podría ser esa recuperación, gradual o abrupta. El factor que lo determinará es la magnitud de la destrucción de capacidad de producción que resultará de la profundidad y duración de la parte baja del ciclo del precio del petróleo.

Ese proceso de destrucción de capacidad productiva está en curso en el mundo: la actividad de los equipos de perforación se ha contraído 52.3% desde octubre de 2014, se ha despedido en el mundo a 500 mil personas, se han pospuesto o cancelado proyectos de exploración y producción por 400 mil millones de dólares. Y con los precios actuales, la producción puede contraerse aún más. ¿Y entonces? Al darse cualquier evento que detonara una reversión al alza del crudo, esta podría ser muy marcada y abrupta por enfrentar limitantes de capacidad. Ese escenario no sería bueno para nadie, ni productores ni consumidores.

Como siempre, en el mundo del petróleo intervienen muchos factores geopolíticos, por lo general del Medio Oriente, pero ahora también de otras latitudes, como Rusia y Venezuela. Por ello, se prolongará este periodo de incertidumbre que demandará de todos ajustarse ininterrumpidamente y estar atentos a desenvolvimientos en muy diversas regiones del planeta. En el caso mexicano, es muy pertinente dar seguimiento también a los desarrollos de gas natural convencional y de lutitas en América del Norte. Canadá estará concentrada en su producción de crudo de arenas bituminosas. Por lo pronto, el oleoducto Keystone XL no se va a construir. Y en EU las explotaciones de shale están siendo administradas.

El México de hoy, con una economía abierta, con grandes intercambios comerciales y financieros con el resto del mundo, y ahora con un sector energía liberalizado, requiere informarse y actualizarse cotidianamente para poder tomar decisiones que ayuden al país a transitar de la mejor manera por este periodo convulso. Energy Mexico 2016 contribuyó en ese sentido.

Economista

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