La educación física, el ejercicio y los deportes han existido en todas las civilizaciones. Su práctica ha sido factor esencial para la recreación, la salud y el trabajo. Normalmente servían como preparación para la caza, la pesca, la agricultura e incluso como entrenamiento para la guerra. Entre las actividades más comunes sobresalían el lanzamiento del martillo, el arrastre de piedras, el tiro con arco, el juego de pelota, el patinaje sobre hielo, la portación de troncos, etc.
El deporte es un reflejo de la cultura, la economía y la política de las naciones que lo practican. También tiene significados simbólicos que encarnan las costumbres, los valores y el anhelo de rendimiento corporal. Generalmente es resultado de procesos que muestran, a manera de microcosmos, rasgos característicos de una sociedad y de una época determinada. Dado el contexto bélico y de concentración de la riqueza que prevaleció en las sociedades feudales, por ejemplo, fue entonces cuando prosperaron la lucha, el boxeo, la esgrima, el tiro con arco y la equitación. Incluso la historia dice que el auge de estas disciplinas motivó el origen y el contenido de muchos deportes modernos. Para B. Gillet, “es en el marco ideal caballeresco en el que debemos buscar las raíces más profundas del espíritu deportivo”.
Según el libro, Historia de los deportes, “Los caballeros, portadores de armas y salvaguardas de la cultura de su tiempo, representaban el ideal de disciplina y moderación, respeto a la mujer, fidelidad a su señor, ayuda a los oprimidos. Eso requería escuelas de educación física por las cuales se debía pasar desde la edad de siete años, en que se le separaba de su madre”.
Hay evidencias de que el adiestramiento de jóvenes en el medioevo y en el renacimiento europeo consistía en saltar, esgrimir, tirar, luchar, correr, nadar y arrojar piedras. En un poema del siglo XV se lee: “Siempre en plena agilidad/ y fuerza en todo impulso,/ lo mismo en el vigor del cuerpo/ como en la fuerte lucha/ rápido correr y saltar,/ manejar la daga/ y la espada/ a pie y a caballo, como haga falta,/ adiestrarse con todo vigor/ en arrojar la piedra y la lanza,/ u otros ejercicios”.
Sin embargo, si algún pueblo sumerge sus raíces en culturas especialmente grandiosas es el mexicano. No es casualidad que el deporte forme parte de lo mejor de sus tradiciones, siendo la máxima expresión el juego de pelota, una de las más espléndidas manifestaciones del instinto mitológico, agonal y lúdico del ser humano.
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