Todo deporte es esencialmente un juego. El juego, en cuanto tal, si supera lo meramente fisiológico, se convierte en arte.

El cineasta italiano Pier Paolo Pasolini (1922- 1975) dijo: “Para mí, el arte es juego, así como también, de algún modo, el juego es arte”.

Con el juego fluye la creatividad, la inventiva y, no pocas veces, la belleza. Por eso los valores formativos e intelectuales del deporte suelen elevar lo atlético y lo lúdico, al plano artístico. En las culturas arcaicas, por ejemplo, los deportes formaban parte de las festividades sagradas, generalmente con un sentido lúdico, social y artístico. De ahí que desde la más remota antigüedad el deporte ha dado temas al arte, como lo atestiguan muchas de las pinturas rupestres halladas en cavernas prehistóricas.

Las pruebas de destreza, fuerza, resistencia y velocidad han desempeñado desde siempre un papel ritual y cultural.

Según el historiador Richard D. Mandell, “Los mayas, aztecas e incas dejaron muchas imágenes de luchadores y jugadores de pelota en sus cerámicas y esculturas. Los miniaturistas persas dedicaron una atención exquisita a las evoluciones de los jugadores de polo. Los artistas japoneses produjeron grandes cantidades de grabados tallados en madera representando arqueros y expertos en artes marciales. Algunos grabados de sumo reproducen incluso cabezas de un público entusiasta y crítico… Titanes como Miguel Ángel, Rafael y otros de su tiempo idealizaron con entusiasmo el tipo físico del atleta que ya había sido tratado en la antigüedad por los escultores helenísticos. Los impresionistas, liderados por Manet, Monet y Renoir ampliaron el ámbito de lo que los críticos consideraban unánimemente el dominio de las bellas artes”.

En la Edad Media prevalecieron las escenas de torneos, halconería, esgrima y lucha, que se recreaban la dinámica y el dramatismo de las competiciones.

Los más grandes pintores del siglo antepasado testimoniaron en sus creaciones el desarrollo del deporte. El pintor Degas plasmó las carreras de caballos. Gustave Coubert (1819- 1877) pintó escenas de luchadores. El estadounidense Thomas Eakins (1844- 1916) fue uno de los primeros en otorgar en sus obras “una dignidad dramática y una intensidad patética a los atletas”, dice Mandell.

Desde siempre, el deporte ha buscado la plenitud física y espiritual de quienes lo practican. El escritor británico John Ruskin (1819- 1900) dijo: “Cada vez que las facultades humanas alcanzan su plenitud, necesariamente se expresan mediante el arte”.

rjavier_vargas@terra.com.mx

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