Y la amenaza se hizo realidad. Donald Trump ganó la elección presidencial en los Estados Unidos. Su victoria se consumó al amparo de un sistema raro e injusto en el que Hillary Clinton obtuvo dos millones de votos más que aquél pero aun así perdió la batalla. Con todo, Trump se convirtió en el candidato del Partido Republicano con el mayor número de votos en la historia.

Hay que ser muy ingenuo para pensar que el Presidente electo se moderará una vez que asuma el poder. Clínicamente está comprobado que un demagogo o un autoritario —como Trump— no solamente no cambian para bien sino que tienden a empeorar. Y así será.

El presidente Peña Nieto debe asumir la responsabilidad que esta amenaza entraña como jefe de Estado y no solo como jefe de Gobierno. En esa tarea no debe haber regateos de los poderes de la unión, de los órganos autónomos, de partidos políticos, de las demás instituciones oficiales, de empresarios, sindicatos, medios de comunicación y otras organizaciones sociales. Lo que está en juego nos alcanza a todos y, en consecuencia, nos compromete a todos.

Cuatro áreas resultan críticas en la renovación de la relación bilateral con Estados Unidos: migración, comercio, medio ambiente y seguridad pública. La prioridad debe ser la defensa de los derechos humanos, la dignidad y el patrimonio de nuestros paisanos del otro lado de la frontera. Aquí no puede haber consideraciones ni miramientos. No bastan los discursos ni las expresiones de buena voluntad. Se necesita inteligencia, estrategia, decisión y unidad nacional.

En materia comercial, la sola advertencia de revisar o tumbar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte debe prender todas las alertas. El mercado exportador es el tractor de nuestra menguada economía. Cerrar fronteras, imponer aranceles y otras barreras artificiales traería consecuencias funestas para México. El haber anunciado ya el retiro de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), además de abrirle la puerta de par en par a China, agudiza el crítico escenario de caer en un gran déficit comercial. Por si fuera poco, con el dólar por las nubes la inflación seguirá al alza.

Trump no cree en el cambio climático y piensa abandonar los compromisos internacionales contenidos en el Acuerdo de París. Será necesaria una acción global para evitar que se consume esta grave irresponsabilidad.

Y en cuanto a seguridad pública se refiere, sin coordinación, acción y compromiso para enfrentar la delincuencia organizada trasnacional, estaremos condenados a que Estados Unidos continúe poniendo los consumidores de droga y las armas, y aquí sigamos poniendo los muertos.

Para acabarla de amolar, las elecciones del 2018 amagan la tormenta perfecta: llega a la presidencia Lopez Obrador teniendo del otro lado del muro a Trump. No es cosa de juego. El retroceso para México puede ser brutal. Las instituciones quedarían a merced del capricho autoritario y se desvanecería la seguridad jurídica en todos los ámbitos. Comencemos pues por mirar hacia dentro y actuar en consecuencia. Solo así podremos enfrentar con éxito el temible fenómeno Trump.

Senador del PAN

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