La nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas, que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización, y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas , o parte de ellas, tal como lo señala el artículo segundo de nuestra Constitución.
El próximo 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo y desde luego, es un acontecimiento propicio para manifestar el orgullo nacional derivado del origen de nuestra raza, el cual nos da identidad y sentido de pertenencia.
En México se ha avanzado en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, quienes gozan de libre determinación para definir sus formas de convivencia y organización social, económica, política y cultural; de la prerrogativa para enriquecer sus conocimientos y cultura original, conservar y mejorar su hábitat y la tenencia de la tierra donde se asientan.
Pero sin duda, una de nuestras mayores riquezas son las lenguas maternas de nuestros pueblos, que hacen de México una de las naciones con mayor diversidad ligústica en el mundo; son 68 lenguas originales y 364 variantes las reconocidas, y que junto con el idioma español han sido declaradas como leguas nacionales en la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas.
Por esto resulta también relevante que en el marco de la conmemoración a que me refiero, se esté organizando la Primera Feria de las Lenguas Indígenas Nacionales, por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali), ya que como lo ha sostenido su director general, Juan Gregorio Regino, estas lenguas son un patrimonio vivo que interactúa, que se abre paso en nuestra sociedad, que no se pierde, y que se acopla a su nuevo entorno pues participa incluso, de la dinámica de las redes sociales y las aplicaciones de ahí derivadas.
En este nuestro México de contrastes, podemos reconocer que se ha avanzado en materia de protección e impulso al desarrollo de los pueblos indígenas y la conservación de sus derechos culturales y de identidad, aquí ni los perseguimos ni los recluimos en guetos, pero sería injusto dejar de lado o tratar de ocultar la inmensa deuda histórica que tenemos con ellos, sobre todo a partir de los grandes rezagos en materia de progreso y bienestar.
Por cierto, tal como ocurre en Morelos, donde se ha timado a las comunidades indígenas de Xoxoxotla, Coatetelco, Tetelcingo y Hueyapan, a las que en un acto público el gobernador (https://goo.gl/SVSwRa) les prometió que se convertirían en municipios indígenas: “En 2018 van ustedes a votar por sus nuevas autoridades municipales, van a tener presupuesto propio, van a tener otro destino, van a florecer como municipio”.
Desde luego esto no ocurrirá. La ultima reforma electoral que lo haría posible fue votada hace dos meses, en la que por supuesto se aprobó a reelección de los actuales servidores públicos, pero los pueblos indígenas no fueron incluidos, ni escuchadas las asambleas que los pueblos naturales de Morelos realizaron en sus comunidades. Al fin que prometer no empobrece.
Vicepresidente de la Cámara de Diputados