Las instituciones y las familias de México pasan por un momento difícil debido a la escalada de violencia, que hace perder la esperanza y la confianza de la población en sus autoridades. No es para menos, con saña, alevosía y ventaja, las bandas criminales privan de la vida a inocentes, a sus enemigos y periodistas que alzan la voz, todas víctimas de la violencia irracional que nos exaspera.

EL UNIVERSAL, El Gran Diario de México, y su Consejo Editorial Consultivo, con toda la fuerza moral y prestigio del que gozan, acumulado a lo largo de más de 100 años, ha expresado solidaridad con el gremio por el asesinato de periodistas, así como con quienes han sufrido secuestro y amenaza para acallar su palabra.

En esta ocasión, quiero unir mi voz a la del periódico y a la de miles de personas que al unísono decimos: basta ya.

“Si toleramos que se silencien estas voces se pondrá en riesgo el fundamental derecho a la información. Permanecerá la impunidad de los criminales, los corruptos y quienes abusan del poder que vulnera gravemente nuestra democracia”, como sostiene esta casa editorial.

En efecto, la agresión a periodistas en cualquier grado, perturba la esfera jurídica de los agredidos, pero al mismo tiempo es un agravio a la democracia, al derecho de la libertad de expresión y a la sociedad misma donde nos desarrollamos todos.

La libre expresión consagrada como derecho humano inalienable en nuestras leyes, es necesaria para tener una república democrática y representativa; esta guarda relación directa con los mismos derechos colectivos para recibir información y puntos de vista sobre los más variados asuntos; por lo que salvaguardarla y garantizar su pleno y libre ejercicio, resulta obligación ineludible del Estado mexicano y una prerrogativa de los ciudadanos, que deben ejercerla y exigirla cuando es vulnerada.

A los mexicanos nos preocupa la impunidad con la que actúa el crimen organizado, que todos los días demuestra su capacidad táctica frente a autoridades siempre reactivas, siempre llegando tarde y francamente rebasadas en gran parte del territorio nacional.

No hay castigo para los que asesinan periodistas, no hay sanción para quienes roban del erario público, no hay justicia para los delitos del orden común, lo que se refleja en la poca confianza de los gobernados en las autoridades encargadas de procurar la justicia.

Como afirma esta casa editorial, “la vida de un periodista es tan valiosa como la de cualquier otro ciudadano, ni más ni menos. No se trata pues, de demandar privilegios para un sector. Se trata de exigir garantías para todos los mexicanos, sin excepción”.

En los próximos 15 días se conmemora en todo el país el Día de la Libertad de Expresión, en el que por supuesto, no hay nada que celebrar, habrá que poner el contraste, debe ser un día de marcha, de protesta, de reclamo y exigencia. Ojalá se pueda construir, como lo propone EL UNIVERSAL, “una respuesta unificada, contundente de todos los sectores sociales, para evitar que siga prevaleciendo el crimen y la impunidad”.

Vicepresidente de la Cámara de Diputados

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