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El nombramiento y ratificación de Robert Lighthizer como negociador de los tratados comerciales de Estados Unidos de América con otros países, ha despejado las dudas y roto las esperanzas que aun abrigaban algunos sectores del gobierno y de las empresas mexicanas. La designación se trata de una reedición del mismo discurso proteccionista del entonces candidato y ahora presidente americano.
Lighthizer no es un improvisado en el tema, su actuación en la iniciativa privada como defensor del sector siderúrgico americano, y su trayectoria en el gobierno desde la época Reagan, lo ubican claramente como un contrario del libre comercio. A este personaje le acompañarán para negociar con México el Tratado de libre Comercio (TLC), el secretario de Comercio, Wilbur Ross, un multimillonario sin mayor carrera política, y el economista Peter Navarro, doctor en economía por Harvard.
En mi perspectiva, todos ellos tienen clara y definida su misión, que podría resumirse en la frase de marketing con la que se presentan al pueblo americano: “Buy America, Hire America” que podría traducirse como “Compre estadounidense, emplee estadounidense”. Y aquí es donde está el problema; ante los repetidos fracasos políticos del déspota de la Casa Blanca, donde se incluyen la negativa del Congreso, al menos por el momento, para fondear el absurdo muro fronterizo, y las consecuencias por el despido del director del FBI, encontrará en el comercio internacional nuevos escenarios donde justificar ante la población su torpe actuación.
Y otra vez, como ocurrió en la campaña política, pretenderá presentar ante la opinión pública, como la causa de la desgracia del trabajador americano a los mexicanos, nosotros como la razón por la que allá no tienen empleo, la causa de la inseguridad en sus vecindarios, los bad men; y será el mejor pretexto para dominar en la negociación del tratado, o de plano romperlo.
Y de este lado, francamente nos preocupa el optimismo de los funcionarios que encabezarán por México la negociación del tratado, que de inmediato lanzan loas ante las declaraciones de Wilbur Ross, en el sentido de que no vienen con intenciones de romperlo; ¿qué no les parece evidente que los americanos no quieren el papel de los chicos malos de esta película? Ese rol es en el que nos quieren encasillar.
Por eso, los mexicanos debemos demandar del Poder Ejecutivo, y en particular de los secretarios de Comercio y Relaciones Exteriores, firmeza en la negociación del tratado, firmeza en la defensa de los trabajadores y de las empresas mexicanas, firmeza en la protección de nuestra soberanía, firmeza ante el déspota.
No se trata aquí de plantear una ramplona y patriotera advertencia, es un llamado nacionalista donde las declaraciones deben acompañarse de acciones. La firmeza que demandamos ante el monólogo del presidente americano, debe acompañarse de acciones que no dejen lugar a dudas. Por ejemplo, ¿hasta cuándo anunciará el Poder Ejecutivo, al equipo de expertos que le acompañarán en el cuarto de junto para recibir la asesoría especializada en el tema? ¿Cuándo sabremos de otras acciones para diversificar nuestro comercio con otras naciones? Hasta hoy la agenda internacional se presenta monocromática.
Vicepresidente de la Cámara de Diputados