La semana pasada, en el marco de la LI Asamblea General de la ANUIES, las asociaciones de universidades de Canadá, Estados Unidos y México tuvimos un encuentro sin precedentes, denominado Diálogos sobre la Educación Superior en América del Norte, el cual comprendió una agenda de asuntos de gran importancia para el presente y el futuro de nuestras naciones, con una profunda visión regional. Tanto la ANUIES como la SRE y la SEP coincidimos en la importancia estratégica de la reunión. Ahí se señaló la idea de que la educación no sólo es uno de los motores determinantes del desarrollo; también es la clave de los grandes cambios de paradigmas de la cultura humana en medio de las grandes transformaciones políticas, económicas y sociales del orden mundial que se está gestando.
Analizamos con nuestros pares, el conocimiento que definirá a las nuevas sociedades, su convivencia e interacción, la generación de ideas para entender el entorno, la ciencia indispensable para mejorar el bienestar humano y la vida en el planeta, las tecnologías que habrán de definir el perfil de la humanidad en el corto plazo y en el gran trasfondo.
Esto será posible, porque las instituciones educativas que representamos son las que habrán de sostener la formación del capital humano necesario para que las grandes transformaciones se conviertan en vanguardia del desarrollo. No olvidemos que Canadá, Estados Unidos y México en lo individual y en su relación mutua tienen ventajas comparativas que deben aprovechar frente al resto del mundo y tomar conciencia de la necesidad de fortalecer la vinculación entre la creación del capital humano y los espacios laborales y productivos donde éste debe florecer.
La ANUIES propuso que estos diálogos sean un mecanismo de consulta y concertación de intereses, a nivel trilateral, que de manera sistemática nos convoque a fin de construir un ámbito de intercambio de ideas, de gestión de oportunidades compartidas, de identificación de áreas de colaboración que favorezcan la formación profesional, la movilidad y la excelencia académica de nuestros tres países y que proyecte a nuestra región con una voz consolidada y convergente.
América del Norte constituye la mayor potencia económica del orbe pero también es una de las zonas más estables y propicias para que el crecimiento de la economía se convierta en mejores índices de bienestar humano. Por eso, es importante robustecer nuestra cooperación y trasladar los beneficios de la educación y sus potencialidades a la vida productiva de nuestras naciones. Las mejores instituciones están en esta región y su futuro es extraordinariamente promisorio.
Nuestras asociaciones manifestaron su coincidencia a favor de la cooperación y la convergencia de intereses para afianzar el diálogo trilateral, no sólo en materia educativa sino como propuesta para fortalecer una cultura del entendimiento para el desarrollo.
Las universidades están llamadas a desempeñar un papel central en la configuración de los nuevos esquemas de colaboración política que son una profunda necesidad en el horizonte global. La cultura de nuestro siglo debe sustentarse en el diálogo y en la edificación de acuerdos civilizatorios, no en la confrontación. Por ello, nuestras instituciones resolvieron apoyar este impulso desde la trinchera educativa y dieron el paso, indudablemente histórico, para institucionalizar el diálogo entre las universidades de Canadá, Estados Unidos y México. Al crear un mecanismo de consulta, diálogo y concertación de intereses podremos respaldar, desde una perspectiva social, la agenda trilateral del desarrollo en la materia que más importa, la formación del mejor capital humano, la inversión en el hombre, en su entorno y en el conocimiento. Esta es la razón de ser de nuestras instituciones, la justificación de nuestro tiempo.
Secretario general ejecutivo de la ANUIES.
@jaimevalls
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