Recién había empezado la secundaria cuando tuve que dejar la escuela. En un momento bien fijo en mi memoria, mi padre me explicó que debido a los gastos por la atención médica de mi abuelo, ya no contábamos con el dinero para trasladarme diariamente de mi pueblo, Dzemul, a la ciudad de Motul para estudiar. En mi municipio sólo había primaria.

Conocí en carne propia esa angustia que viven tantas familias mexicanas, y decidí salir adelante: trabajé desde niña para contribuir al sustento familiar y poco a poco, concluí por mi cuenta mis estudios de secundaria y preparatoria. Ya joven empresaria porcícola, competí por la gubernatura de Yucatán y gané; siendo gobernadora retomé mi formación académica y con dedicación logré un título profesional. Hoy curso una maestría semipresencial en la Flacso y dedico tiempo al aprendizaje del inglés.

Es clara la importancia que para mí tiene la educación como proceso de formación y de disciplina para el futuro. Por eso creo que en nuestro país hace falta no sólo reformar procesos y planes de estudio, sino también revalorar a nuestros maestros, porque hay muchísimos que diariamente dedican su mejor esfuerzo para formar a nuestros niños y jóvenes.

También se requiere superar inercias culturales para que las niñas tengan las mismas oportunidades que los niños, y vincular cada vez más el sistema educativo a los procesos de desarrollo económico, para que quien estudia tenga de verdad un mejor futuro.

Por eso considero positiva la reforma educativa iniciada por el presidente Enrique Peña Nieto, aunque hace falta mucha información y diálogo efectivo con el sector magisterial que se ha manifestado en desacuerdo. No se trata de negociar condiciones laborales (las cuales deben ser justas) poniendo de rehenes a los educandos, sino de hablar de frente y sin otro interés que la educación de los mexicanos.

No es digno de un maestro vandalizar ni agredir. Y tampoco es digno del Estado el uso excesivo de la fuerza. Por sobre ambas partes está el interés de la nación, reflejado en tantas niñas y niños que pierden un poco de futuro cada día que no tienen clases.

Ahora se ha presentado el proyecto de modelo educativo del país, que deberá ser analizado y discutido con la aportación de todos los involucrados. Hay quienes de entrada lo descalifican y no desean entrar a su estudio; yo soy de la idea de que ha de tomarse como base para el producto final, en el que se debe considerar que como país somos un conjunto de regiones, de varias expresiones culturales, y por lo tanto hay que responder a cada una de esas regiones y expresiones.

He estado recorriendo el país y en cada estado he encontrado a niñas, niños y jóvenes que con lágrimas en los ojos me dicen que no pueden estudiar porque tienen que trabajar, así como adultos que consideran que de haber tenido la oportunidad de estudiar su futuro hubiese sido mejor.

La reforma educativa debe garantizar ese futuro a las y los mexicanos que hoy están en las aulas o que quieren estudiar y formarse con base en su talento, dedicación y esfuerzo. El Estado es responsable de esa garantía, y todos formamos parte de México.

Diputada federal por el PRI

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