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Finalmente, las elecciones para elegir a 525 representantes: 3 gobernadores, 55 diputados locales y 467 autoridades municipales transcurrieron con pocos incidentes. El INE reportó la instalación de 99.99% de las casillas aprobadas, las instituciones electorales garantizaron que la voz y el voto de los electores fueran escuchados y respetados. Con esto en mente, quiero exponerles algunas consideraciones.
Primero, ¿quién fue el ganador de la jornada electoral? Conceptualmente, la izquierda mexicana, aunque no está claro quién la representa fielmente. En el Estado de México, si sumáramos los votos de los llamados partidos de izquierda representarían 49.7% de la votación total. Sin embargo, sus diferencias imposibilitaron una alianza.
¿Quién perdió? Sin duda el PAN; mostró ser un partido que empezó en primer lugar, cayó al cuarto y que gana sólo cuando va en alianza; se está convirtiendo en un partido bisagra, un partido que obtuvo 2 veces la Presidencia de la República y ya no puede ganar solo. Las acusaciones sin sustento de su dirigente, aunque muy histriónico, no generan votos, la historia se los está diciendo.
Segundo, hemos transitado a un sistema en el que ya no hay grandes vencedores y donde reina la incertidumbre. En un sistema electoral a una vuelta, es poco probable que un candidato tenga más de 50% de los votos, sin embargo, esto no significa que el candidato vencedor sólo tenga la legitimidad de la población que lo votó; es un vencedor legítimo aunque, por los gritos y descalificaciones de algunos, parece que vivimos una democracia con instituciones fuertes pero demócratas débiles.
Sin duda alguna, sorprendió Juan Zepeda, y Delfina Gómez fue una candidata que no cumplió las expectativas. Por otro lado, el PRI ganó dos de las tres gubernaturas, mostrando gran capacidad de recuperación y fuerza electoral; en el Edomex, su candidato estuvo en tercer lugar y remontó al primero, muestra clara de que el PRI tiene una base sólida, aunque fue duro ganar aun ante una improvisada candidata.
Tercero, en Coahuila, en espera de los resultados finales, pero analizando las tendencias, el PRI ganó ante un candidato con mucho apoyo, pero con malos resultados porque se centró en descalificar más que en proponer; en pensar en el pasado (como si el PAN estuviera libre de culpas) y no ver al futuro. El PRI también aquí remontó para llegar al triunfo; como siempre, la oposición habla de los otros y no de sus propios errores. Conocen las actas, saben que perdieron, pero siguen gritando o se salen del recuento de votos buscando una concertacesión.
Cuarto, en Nayarit, el peso de las investigaciones sobre el actuar de un servidor público, que sin estar afiliado al partido de la administración en turno, fue muy grande para un candidato que había ganado las 6 elecciones a las que se había presentado; aun así, el PAN solo ganó porque estaba en alianza.
Quinto, en Veracruz, el PRI se vio débil porque no tiene un discurso propio. Se ha sumado a las acusaciones a la administración anterior, pero, como gobierno, ya hicimos lo que se debía: llevar ante la ley a los responsables para que sean juzgados. Es necesario crear un discurso de propuestas a la ciudadanía, apoyado en hechos y con visión de futuro.
Por último, estas elecciones nos dejan muchas lecciones. El PRI tiene que aliarse con otras fuerzas pero sobre todo con los ciudadanos que compartan los ideales sociales que tiene el partido, estar abierto a propuestas que permitan seguir siendo gobierno y llevar a la ciudadanía la visión social que siempre ha promovido; debe seguir dando soluciones a la gente. Los agoreros de la derrota quieren explicar los triunfos como suma de casualidades, cuando son resultado de trabajo, esfuerzo y voluntad. No olvidemos que las elecciones se hacen para tener un gobierno que apoye a la gente y por eso debe sumar a todos aquellos que tengan la misma conciencia social.
Coordinador general de Puertos
y Marina Mercante.
guillermo.ruizdeteresa@yahoo.com