Hemos discutido en incontables ocasiones si se va a hacer un muro en la frontera con EU y quién lo pagará; todos sabemos que si los americanos quieren hacer un muro en su territorio, es su decisión, pero ¿quién lo pagaría? Pues obviamente solo pueden ser ellos. Nadie puede pretender hacer una obra en su casa y que les pague el vecino.

Hace unos días encontré un video (https://www.youtube.com/watch?v=Yh3fez9CyXg) que explica cómo mientras haya demanda de drogas, ningún muro detendrá su comercio, además de lo imposible de su construcción en toda la frontera entre ambos países (ya existe 30% construido, donde era posible) deben considerar el daño ecológico que puede ocasionar.

Desde 2001, el gobierno de Estados Unidos lo propuso. En los años siguientes no lo pudieron terminar debido al alto costo y a serios problemas de ingeniería. Lo que sí lograron en cambio, fue alterar los ciclos naturales de migración de las especies que habitan en parques naturales transfronterizos, como la Reserva de la Biosfera de El Pinacate y el Gran Desierto del Altar en Sonora; en Arizona, el Organ Pipe Cactus National Monument, así como los parques de Big Bend National en Texas que se une con Maderas del Carmen en Coahuila.

En estos parques naturales habitan especies amenazadas o en peligro de extinción: bisonte americano, borrego cimarrón, ocelote, lobo mexicano, oso negro americano y el jaguar, entre muchas otras; resalto el caso del bisonte americano, del cual actualmente sólo existen entre 80-130 individuos en toda la región.

Una de las cosas que más me ha sorprendido en los últimos meses respecto a este tema, ha sido el silencio de las organizaciones ambientales, tanto nacionales como internacionales, sobre los daños ecológicos que causaría. Me hizo recordar, paradójicamente, su activismo en marzo de 2009, cuando la Patrulla Fronteriza decidió, sin consultar a sus contrapartes mexicanas, rociar herbicidas para acabar con carrizos que, según ellos, servían de escondite a los migrantes indocumentados.

En aquella ocasión, el activismo de estas organizaciones, junto con protestas de la ciudadanía y de los gobiernos locales y estatales mexicanos, lograron detener esta práctica porque podía poner en riesgo todo el ecosistema.

La discusión sobre la construcción del muro tiene que ir de la mano de los daños permanentes a los ecosistemas de la región. Tenemos que entender que la migración, sobre todo de animales, es un proceso natural y que es un sinsentido intentar detenerlo. En cambio, lo que sí tenemos que detener es el tráfico de drogas, armas y dinero en ambos lados de la frontera.

Como dijo el presidente Peña, la capacidad de los narcotraficantes en México está siendo alimentada por la introducción ilegal de 253 mil armas anuales y el dinero en efectivo que provienen de Estados Unidos; ojalá el presidente Trump entendiera lo anterior como el verdadero problema y que su política no debe generar odios, sino generar orden y éste inicia con el control de la venta de armas.

Hoy, como pocas veces en el curso de nuestra historia, gobierno, sociedad y organizaciones ambientales tenemos que estar unidos para hacer frente a aquellos que creen que firmando decretos de gobierno pueden crear realidades ficticias sin importar los daños irreparables a nuestros ecosistemas.

¿Creerán las autoridades americanas que la fauna tiene nacionalidad y que los animales mexicanos son malos y los estadounidenses buenos y no deben mezclarse? ¿Que se debe frenar la polinización y proliferación vegetal? Cuidemos el intercambio genético, no lo paremos por razones que nada tienen que ver con la verdadera fortaleza de la naturaleza.

El muro sin duda divide, pero sobre todo descompone el orden natural.

Coordinador general de Puertos y Marina Mercante.
guillermo.ruizdeteresa@yahoo.com

Twitter: @RuizdeTeresaG

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