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Hace dos semanas, el mundo cambió en un día. La idea de crear una sociedad europea integrada y unida dio un paso hacia atrás, perdiendo claridad en su destino. Las repercusiones de la decisión de los ciudadanos británicos no son menores; una decisión local ha tenido grandes efectos globales.
En los días posteriores vimos cómo las bolsas de valores del mundo cayeron; se depreció el valor de la libra esterlina, junto con otras monedas como el peso mexicano, y la incertidumbre se expandió por el mundo, incluso en temas tan remotos como el futbol de las ligas europeas.
Después de dos guerras mundiales, el proyecto de la Unión Europea surgió para mantener una paz duradera mediante el diálogo y el intercambio comercial, la integración y la creación de negocios; tolerancia y democracia de la mano del libre tránsito de personas, ideas y mercancías. Ahora, todo eso se podría desbaratar. Recordemos que la UE concentra 16.5% del comercio mundial y 50% del Reino Unido.
El Brexit nos mostró la peor cara del populismo y la demagogia que vemos resurgir en distintas latitudes en la voz de personajes iluminados o partidos políticos de derecha radical, ultranacionalistas y racistas con discursos antisistémicos e intolerantes que buscan dividir a la sociedad. Lo peor es que los líderes separatistas una vez que “ganan” declaran: ¡que siempre no podrán cumplir sus promesas!
Recordemos a Alvin Toffler futurólogo que pronosticó varios acontecimientos que hoy son nuestra cotidianidad y popularizó el término “sobrecarga informática” que hoy vivimos y nos impide razonar nuestras decisiones, que pueden ser de tan alto calado que marquen el futuro de generaciones enteras.
Necesitamos de voces razonables, coherentes y moderadas que ayuden al ciudadano a elegir de manera informada. Esa es una de las lecciones del referéndum británico: en un mundo globalizado las decisiones que tomemos como naciones democráticas no pueden estar sujetos a ocurrencias sin conocimiento o al vaivén de provocaciones y retórica demagógica.
En América no somos ajenos a estos peligros y debemos evitar que este tipo de discurso crezca y ponga en riesgo la integración que nos ha tomado décadas construir. Somos una de las regiones más dinámicas, productivas e innovadoras del mundo, y es un sinsentido que personajes como Trump amenacen con retirar a EU del TLCAN y del TPP. En México también tenemos demagogos que polarizan desde la izquierda y la derecha, viendo “la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio” y que con mentiras sólo generan división e incertidumbre entre los mexicanos para obtener una ganancia política personal.
En la Cumbre de Líderes de América del Norte, el Presidente Peña Nieto lo ha dicho fuerte y claro: como región debemos unirnos y evitar el aislamiento. El antídoto a la demagogia es una sociedad mejor informada, políticamente activa y más igualitaria.
Frente a la incertidumbre del Brexit, debemos buscar maneras democráticas para evitar los extremos y fortalecer el centro político, un centro en el que confluyan y se respeten todas las opiniones de manera pacífica e institucional, donde no tomemos decisiones por saturación de información y sin criterio. Nuestras decisiones deben ser muy conscientes, con razonamiento, inteligencia y compromiso.
Coordinador general de Puertos y Marina Mercante
guillermo.ruizdeteresa@yahoo.com