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La semana pasada prácticamente ya quedaron los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos (EU), por lo que de cara a este proceso electoral, conviene poner en perspectiva lo que está en juego y las implicaciones para la robusta relación de México con su vecino del norte.
La interacción diaria de personas, mercancías e ideas entre los dos países es tan intensa como inevitable, pues la población de origen mexicano en EU alcanza ya más de 35 millones, es decir 11% de su población total y 16% de su fuerza laboral.
México es el tercer socio comercial de EU, así como el primer destino de las exportaciones de California, Texas y Arizona, y el segundo mercado de 20 estados más. Además, ambas naciones comparten la frontera más transitada del mundo, por lo que conectar a México y EUA de manera ágil, segura y eficiente es vital para promover el comercio, el desarrollo y la competitividad de toda América del Norte.
Por esta razón, el gobierno del Presidente Peña Nieto ha fortalecido la relación bilateral, estrechando la cooperación; tendiendo puentes de diálogo y puentes físicos para mejorar la conectividad multimodal y logística entre los dos países. Es el caso del Diálogo Económico de Alto Nivel, la Iniciativa para la Administración de la Frontera en el Siglo XXI, el Acuerdo Bilateral de Servicios Aéreos; así como la puesta en operación de obras clave de infraestructura fronteriza.
En materia de puertos y comercio marítimo mantenemos un intercambio comercial dinámico con EU: actualmente, 114 líneas navieras prestan servicio regular entre los puertos mexicanos y estadounidense. Hablamos de más de 103 millones de toneladas de carga que se mueven anualmente por mar entre los dos países, con un valor de 64 mil millones de dólares.
Asimismo, la Marina Mercante mexicana mantiene una estrecha relación con la Guardia Costera de EUA, con visitas anuales en ambos países para verificar y cumplir los lineamientos internacionales; intercambiar mejores prácticas, estadísticas y capacitación para promover una mejor operación.
Lo cierto es que en la Administración del Presidente Peña Nieto la relación con EU se ha ampliado en todos los temas, ambos países pasan por gran momento de cooperación, basado en respeto mutuo y gran voluntad por resolver juntos problemas que nos son comunes.
Y aunque sigo pensando, como lo dije en mi artículo del 1 de abril, que Trump no llegará a la Presidencia, es un hecho que su racismo, odio y cerrazón, ha contaminado a varios americanos. El discurso político, aun de los que ven bien a México, ha cambiado: la amistad y la integración han dado paso a la desconfianza y al cuestionamiento de cómo estamos haciendo las cosas.
Trump no es necesariamente el problema –él mismo ya se está moviendo hacia el centro ideológico, iniciando con esa ridícula fotografía comiendo tacos para festejar el 5 de mayo- sino el odio y la xenofobia que parecen renacer en una parte del pueblo americano.
Los cambios en la estructura diplomática mexicana más que responder a un miedo, que obviamente nuestro país no tiene, buscará convencer con datos duros y buena promoción, de que el sueño americano es posible gracias a las aportaciones que nuestros connacionales hacen a la economía de EU y que el progreso, empleo, y desarrollo de Norteamérica están indudablemente ligados a la gran relación entre EU y México.
Coordinador general de Puertos y Marina Mercante
guillermo.ruizdeteresa@yahoo.com