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Recientemente he estado en reuniones en las que amigos se quejan del complicado escenario que vivimos, poniendo énfasis en lo que no funciona y lo mal que estamos. No importa lo que se diga o haga, la incredulidad rige la opinión pública, y la oposición lo aprovecha para criticar hasta de lo que son responsables, siempre viendo “la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”.
Sin embargo, si analizamos el contexto mundial hay indicadores positivos que hablan de un México que va para adelante gracias a las grandes transformaciones de los últimos años.
En tan solo tres años, las reformas estructurales del Presidente Peña Nieto ya están cosechando resultados sustanciales: hoy en el país hay tranquilidad democrática y sin duda gobernabilidad, las familias mexicanas están más seguras (los indicadores lo señalan) y consumen más gracias al círculo virtuoso que resulta de las tasas de interés y la inflación más bajas de nuestra historia; los casi 1.9 millones de nuevos empleos, así como los beneficios de tener tarifas de luz y telefonía competitivas.
Un buen ejemplo son las ventas del sector automotriz que, a octubre de 2015, crecieron 20%, alcanzando 1.64 millones de vehículos. Además, para 2020, México producirá 5 millones, convirtiéndonos en el segundo país exportador de autos del mundo. En suma, a pesar de los precios del petróleo, la economía mexicana ha crecido a una tasa mayor que el promedio de los dos sexenios anteriores.
Este buen desempeño se refleja en el excelente clima de inversión que se vive actualmente en el país. Inversionistas de todo el mundo reconocen nuestra economía como una de las más sólidas, confiables y atractivas. Por esta razón, el Banco Mundial (Doing Business 2016) ubica a México como el mejor país de Latinoamérica para hacer negocios, incluso por encima de miembros del G20 como China, Rusia, Sudáfrica o Turquía.
Por su parte, el Foro Económico Mundial coloca a México como el cuarto país más competitivo de América Latina, por arriba de Brasil, Colombia o Argentina. Los resultados están a la vista, en los últimos tres años se han atraído inversiones históricas del orden de 92 mil millones de dólares.
Esto es sólo el comienzo, estas inversiones se verán incrementadas por el potencial de las reformas energética y de telecomunicaciones, la fortaleza de la reforma educativa y el apoyo de las 3 nuevas Zonas Económicas Especiales. Ya empezamos a ver estos efectos positivos: en el primer semestre de este año el comercio creció 4.5% y la construcción 3.6%.
Todas estas señales no son afortunadas coincidencias. A México le va mejor porque está mejor preparado. Gracias a las reformas estructurales, el vigor de nuestro mercado interno y nuestro comercio exterior, México vuelve a colocarse entre las economías más atractivas y dinámicas a nivel mundial.
No debemos refugiarnos en lo anecdótico, en la plática infundada que generaliza una visión derrotista. Son los grandes indicadores, por cierto apreciados en otras latitudes, los que garantizan el porvenir de México.
En el Pacto por México, los partidos políticos se comprometieron con el futuro de los mexicanos; el presidente Peña Nieto se comprometió a poner las reformas en operación, y creo que todos los mexicanos debemos sumarnos al esfuerzo y ser protagonistas, desde nuestras trincheras, del éxito de la Patria.
Coordinador general de Puertos y Marina Mercante. guillermo.ruizdeteresa@yahoo.com