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En todos los sexenios llega un tiempo para ver lo que se ha hecho bien y reflexionar qué es lo que se debe mejorar. Justo a mitad del camino es un buen tiempo para evaluar; para cambiar de ser necesario y perseverar en lo que funciona bien. Tiempo para cosechar lo sembrado y enfrentar los desafíos con claridad de rumbo y determinación.
Coyunturas aparte, los gobiernos son recordados por los resultados que perduran y modifican el destino de la nación y sus ciudadanos. No cabe duda que el legado del presidente Peña Nieto serán las reformas estructurales que encauzan a México hacia un futuro más próspero, incluyente y en paz.
Entrando a la segunda mitad de su mandato, en un gesto de madurez, sensatez y determinación, el Presidente evaluó su gobierno e hizo los ajustes convenientes en su grupo de trabajo. Nadie mejor que la cabeza del Ejecutivo para valorar fortalezas y desgastes naturales de la Administración que dirige y con la que trabaja diariamente.
Los cambios en el gabinete de la semana pasada responden a este espíritu autocrítico. Al inicio, como buen director de orquesta, el Presidente diseñó la hoja de ruta que vemos trazada en el Plan Nacional de Desarrollo; y promovió las reformas necesarias para impulsar el potencial del país y transformar positivamente la vida diaria de los mexicanos. Hoy necesita operadores renovados, que instrumenten en el detalle y lleven a buen puerto esta visión de país.
Por supuesto, hay que fortalecer lo que tiene buenos resultados y continuar impulsando con nuevos bríos las grandes obras proyectadas de aquí a 2018. Es el caso del Programa Nacional de Infraestructura, que ha mostrado uno de los mejores desempeños, y cuyo objetivo es implementar la política de modernización de infraestructura más ambiciosa de la historia de nuestro país.
Debemos avanzar en la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y en el cumplimiento de los 105 compromisos de gobierno en materia de infraestructura de transportes y comunicaciones. Al paso que vamos, para 2018 lograremos construir 52 nuevas autopistas, 80 carreteras federales, 3 trenes interurbanos, así como 3 nuevos puertos en el Golfo, además del nuevo puerto de Veracruz, el proyecto portuario más grande del país, que en conjunto contribuirán a duplicar la capacidad operativa de nuestros puertos, así como una red de Telecom de nivel mundial.
Todas estas inversiones se multiplicarán con los efectos de la Reforma Energética, que no sólo hará más competitivos los precios de la luz y gasolinas, sino que detonará más crecimiento y empleo creando sinergias con 3 nuevas Zonas Económicas Especiales para impulsar el sureste mexicano.
Como el resto del mundo, México enfrenta grandes desafíos, pero justamente las naciones que se recuperan más rápido son aquellas, que ante la adversidad redoblan esfuerzos. México ante los retos acelera el paso para poner en marcha las Reformas, que en la primera mitad surgieron del consenso, y en esta segunda mitad, necesitan que todos participemos con más ganas y más fuerza.
Coordinador general de Puertos y Marina Mercante.
guillermo.ruizdeteresa@yahoo.com