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Tuve el honor de presidir la mesa de Hacienda y Economía; una de las 34 que se realizan con miras a la Asamblea Nacional del PRI. Trabajamos cuatro temas: Política Económica, Reformas y Tratados Internacionales, Fortaleza de la Política Económica Regional y Desarrollo Económico para alcanzar la Justicia social; esenciales porque el diálogo y discusión que realizamos serán un aporte para la propuesta del partido de cara a las elecciones federales de 2018.
Una parte fundamental de esta propuesta de futuro debe ser el robustecer y operar eficientemente las reformas estructurales del presidente Enrique Peña Nieto; el legado de esta administración para México. Las reformas son la opción a futuro y, como tal, es necesario comunicar sus beneficios; mejorar la narrativa de los aciertos como, por ejemplo: los más de 2.8 millones de empleos permanentes creados, la cifra más grande registrada en cualquier gobierno; empleos que son una historia de vida; la disminución en el precio de los servicios de telecomunicaciones o las grandes inversiones generadas por la reforma energética, por decir sólo algunas.
La Asamblea tendrá una visión crítica, reflexiva y abierta; fundamental para establecer la misión del partido. Será un espacio donde se dialogará y debatirá sobre el porvenir; donde se discutirá lo que se debe fortalecer y lo que se debe cambiar; donde se encontraron propuestas claras y se establecerá cuál es el futuro que se propone para México y para los mexicanos.
Es la gran oportunidad para, en el debate y en el contraste interno, explicar lo que nos une, porque el PRI como ningún otro, en la unidad es plural a diferentes expresiones. Por ello, será la mejor oportunidad para que, como una sola voz, se tengan propuestas y respuestas. El discurso debe ser sólido; tendrá el reto de dejar claro a la ciudadanía a favor de qué está, qué va a hacer y cómo lo va a hacer. Se trata de decir, sin temor a equivocarse, a favor de que sí está.
El PRI es responsabilidad de los priístas; además de ser un símbolo de estabilidad y fortaleza, es un símbolo de confianza y crecimiento y, sin duda alguna, es el intermediario entre la ciudadanía y el poder. Los priístas tendrán que explicar cómo enfrentarán los retos; puntualizar sus objetivos y aclarar diferencias con aquellos que su única meta es querer sacarlos del gobierno sin plantear a dónde quieren ir, cómo y con quién; aquellos que sólo quieren llegar al gobierno, incluso, traicionando lo que son o peor, lo que dicen que son.
El partido debe dejar en claro dos premisas fundamentales: que la estabilidad y el crecimiento son el faro que guíe a buen puerto porque perderlo sería perder el esfuerzo de muchas generaciones y; que la responsabilidad del desarrollo regional es punta de lanza de nuestro quehacer, pues son las características de nuestras regiones lo que nos hace una gran nación: en nuestra diversidad está nuestra fortaleza.
Para el PRI es evidente que tiene que presentar a los mexicanos un programa de acción con visión de futuro, que no piensa solamente en la siguiente elección, sino hacia dónde va el país. Su programa tiene que ser real, vigente y con metas medibles; no se puede circunscribir a hablar de avances, sino a proponer nuevos y mejores caminos.
México necesita una nueva revolución, defendiendo derechos que antes no estaban en las mesas de discusión, planteando organizaciones e instituciones de gobierno y en el gobierno, que antes no estaban en las mesas de diálogo.
Se debe hacer una revolución institucional donde el crecimiento económico privilegie la justicia social; con creación de empleos, mayor inversión en infraestructura, salud, educación y vivienda; una política económica sustentada en nuestras reformas y apalancada en nuestros tratados. Ser revolucionarios en ideas e institucionales en política.
guillermo.ruizdeteresa@yahoo.com