Hace unos días el PAN y el PRD anunciaron por separado la posibilidad de conformar un llamado Frente Amplio Opositor (FAO). Además de esos dos partidos, se prevé la posibilidad de incorporar a dicho frente a otros grupos, corrientes o partidos. Aunque el FAO es apoyado tanto por las dirigencias nacionales de ambos partidos como por distintos grupos al interior de cada uno de ellos, en realidad nadie tiene claro qué es lo que pretenden o qué es lo que realmente podrían lograr. En principio, el FAO pretende oponerse al PRI, aunque para otros es también un instrumento para combatir y oponerse a Morena.
Hasta ahora, sin embargo, lo único cierto es que el Frente Amplio nació agonizante y que no podrá concretarse fácilmente. La razón de lo anterior es muy simple: existen muchos grupos al interior de cada uno de los partidos que tratarán de impedir la concreción del Frente. En ese sentido, incluso si el Frente llegara a materializarse, lo cierto es que esa alianza ocurriría a un costo muy alto, el cual podría implicar el desgajamiento de grupos o facciones al interior de alguno de los partidos.
Así, para el presidente del PAN (Ricardo Anaya) y el grupo que lo apoya, el Frente es una excelente forma de sumar un aliado político importante que podría darle votos en regiones en donde el PAN tiene muy poca presencia. Además de eso, sin embargo, otra razón crucial para impulsar esta alianza es que, de llegar a concretarse, esto implicaría prácticamente un veto para la candidatura de Margarita Zavala. Es evidente para todos que la candidatura de la esposa del ex presidente Calderón no sería aceptada por el PRD, tomando en consideración los agravios de la elección de 2006. Por lo mismo, es completamente lógico concluir que los simpatizantes de Margarita tratarán de impedir la concreción de esta alianza. El otro potencial beneficiario de una posible alianza sería, por supuesto, Moreno Valle, en cuyo caso los Anayistas quizá buscarían definir primero a su candidato (lo cual ocurriría a modo para favorecer a Anaya), dejando fuera la posibilidad de que terceros influyeran en el proceso, lo cual abriría la puerta para la defección de Moreno Valle, quien quizá buscaría ser candidato a través del Panal.
Por el lado del PRD, las cosas no son más sencillas. En este caso, es evidente que las asimetrías de intención de voto entre los dos partidos implican que el candidato de una eventual alianza no podrá provenir de las filas perredistas. Por lo tanto, ni los gobernadores perredistas ni Mancera podrían ser candidatos presidenciales. La única ventaja que quizá el PRD podría obtener en una negociación sería la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, con la expectativa de que juntos PAN y PRD pudieran derrotar a Morena. Aquí, sin embargo, la única potencial beneficiaria de este arreglo podría ser la dirigente del PRD, Alejandra Barrales, lo que abre la posibilidad de que todos los otros grupos que no se vayan a beneficiar de esta alianza empiecen a tratar de reventarla. Esto, de hecho, ya ocurrió. Grupos encabezados por René Bejarano y Dolores Padierna ya están llamando a desconocer el llamado al Frente Amplio y están convocando a una rebelión interna. Otros grupos han hecho llamados similares y están convocando a una alianza, pero con las fuerzas de izquierda (es decir, con Morena) o, en el peor de los casos, por presentar una candidatura propia. Así, el escenario para un Frente Amplio Opositor se ve muy complicado. En este proceso se atraviesan sobre todo los intereses personales de las dos dirigencias partidistas. Una vez que se den cuenta de ello el resto de los grupos o facciones internas, la rebelión en ambos partidos comenzará y el Frente pasará a ser cosa del pasado. En ese caso, los dos partidos tendrán que replantear sus estrategias con miras hacia el 2018.
Economista.
@esquivelgerardo
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