Gerardo Esquivel

Ajustes en el equipo presidencial

En realidad no hay figuras nuevas en el gabinete. Los dos cambios más significativos representan reajustes del equipo original

28/08/2015 |01:14
Redacción El Universal
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Finalmente ayer se concretaron los largamente anticipados cambios en el gabinete. Si bien hubo algunos ajustes imprevistos, en realidad no hubo sorpresas mayúsculas en los movimientos. Salieron algunos funcionarios que ya estaban muy desgastados como Emilio Chuayfett (afectado por una enfermedad y muy cuestionado desde aquel comunicado que parecía anunciar la suspensión de la Reforma Educativa), Jesús Murillo Karam (quien nunca llegó a recuperarse del desgaste atribuible a la investigación de los estudiantes desaparecidos y a su desafortunada frase “Ya me cansé”) o Monte Alejandro Rubido (de capa caída desde la fuga del Chapo Guzmán), o bien algunos que no dieron el estirón o cuya presencia pasaba prácticamente desapercibida (como es el caso de Enrique Martínez en Sagarpa o de Guerra Abud en Semarnat).

En otros casos hubo una rotación en las posiciones como en el caso de Rosario Robles (que fue “degradada” de Sedesol a Sedatu, en buena medida afectada por los malos resultados obtenidos en el combate a la pobreza), José Antonio Meade (que fue “promovido” de la SRE a un puesto políticamente más relevante como la Sedesol), y Claudia Ruiz Massieu (que pasó de Turismo a Relaciones Exteriores, algo que quizá el Presidente considera como sinónimos).

Los que se incorporan al gabinete fueron ya sea por promociones relativamente naturales como en el caso de Rafael Pacchiano (que ascendió de una Subsecretaría en Semarnat a la titularidad de la misma) o de Renato Sales (que pasó de la Coordinación Nacional Antisecuestros a la Comisión Nacional de Seguridad), o bien se trató de incorporar a nuevos perfiles como en el caso de José Calzada (quien pidió licencia en el gobierno de Querétaro), o de Enrique de la Madrid (proveniente de Bancomext y quien será el nuevo titular de Turismo).

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Quizá el ingreso más significativo al gabinete fue el de Aurelio Nuño a la Secretaría de Educación, un cambio largamente anticipado pero que ahora, al concretarse, le da indudablemente una mayor proyección y una mayor responsabilidad al hasta ahora jefe de la Oficina de la Presidencia. En cualquier caso, no deja de llamar la atención que el Presidente haya premiado a uno de los funcionarios que quizá más daño le ha causado a él mismo y a su imagen. No olvidemos que Nuño es parcialmente responsable de las malas respuestas de este gobierno ante diversas crisis que terminaron por costarle mucho al Presidente, como lo fue el tema de la Casa Blanca, el caso de Ayotzinapa, el retraso en los ajustes al gabinete, etcétera.

Sin embargo, en realidad no hay figuras nuevas en el gabinete. Los dos cambios más significativos (los de Meade y Nuño), representan simplemente reajustes al interior del equipo original, por lo que el Presidente seguirá gobernando con básicamente los mismos personajes que lo acompañan desde el inicio de su gestión.

Por otro lado, más que los que se fueron o los recién llegados, sorprenden en todo caso los nombres y áreas en las que no hubo cambios. Sobrevive, por ejemplo, Gerardo Ruiz Esparza, Secretario de Comunicaciones y Transportes y uno de los miembros del gabinete más cuestionados por su desempeño en diversos temas. También sorprende que después de tres años de bajo desempeño económico, no haya habido cambios ni en Economía ni en la SHCP.

Hasta cierto punto se entiende que el Presidente no haya querido cambiar a ninguno de sus dos hombres más cercanos (Osorio Chong y Videgaray). Sin embargo, esto revela que más que una evaluación de su gabinete o un intento por relanzar a su administración con miras a la segunda mitad de su gobierno, lo que el Presidente intenta con estos cambios es únicamente tratar de ampliar la baraja de potenciales candidatos a ser postulados como aspirantes priístas a sucederlo. Es decir, más que pensar en todo lo que se podría lograr en los tres años restantes de esta administración, el Presidente ya sólo parece estar pensando en cómo terminar su gestión y en cómo transitar por el proceso sucesorio. No es el único. Muchos suspirantes y muchos mexicanos ya sólo piensan en el 2018. Para muchos, al parecer incluido el propio Presidente, esta administración ya dio lo que pudo dar. Y lamentablemente no fue mucho.

Economista.

@esquivelgerardo

gesquive@colmex.mx