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A veces el sentido del humor llega tarde.
Va la anécdota: Enrique Peña Nieto participa en la 5ª Carrera Molino del Rey. Ocurre en domingo. El respetable usuario de redes sociales despierta con imágenes y videos de un Presidente corriendo (y gente que corre con él). Inevitables los comentarios: que si el short es ochentero, que si está muy flaco, que si no tanto. Y luego alguien señala que el Primer Corredor de la Nación trae los calcetines al revés. La evidencia: lo que parece ser el refuerzo del talón se asoma a la altura del empeine. Siguen las burlas. Días después, un tuit desde la cuenta @EPN (sí, la del Presidente) en que se muestran las calcetas en reverso y perfil (para que quede claro que el diseño trae una franja gris en el empeine) y las palabras “aclarando el #calcetagate”. Tantán. Las redes hierven, las calcetas se convierten en Trending Topic… y así las cosas.
Se fijan en puras banalidades estando el país como está, espetaron algunos (incluso desde sus plumas publicadas). Serenos, pensé, que de ser banal el tema, tampoco seríamos los únicos en papar bytes con “banalidades”. A la señora Merkel, por ejemplo, la han traído de bajada cuando porta escote amplio. Y el desafortunado traje café que alguna vez se calzó Obama fue Trending Topic durante días. Así que descarto el berrinche por lo banal y entremos en materia.
Fui de las que me reí con el tuit del Presidente y lo califiqué de una buena puntada. Y soy de las que insiste en que, justo por eso, el sentido del humor desde la Presidencia parece estar llegando tarde (tal vez demasiado tarde). La ola de indignación de quienes reaccionaron ante el tuit de @EPN es muy atendible: “no se han aclarado la fuga del Chapo, el aumento de la pobreza, la depreciación del peso, Tlatlaya, Ayotzinapa, Ostula”, decían algunos, “pero lo de las calcetas ya. Fiuuuuuuu.” (Nota aclaratoria: cuando salió el mentado tuit, tampoco se había aclarado lo de la Casa Blanca; pero hoy ya sabemos que todos inocentes, casi como las calcetas). Es decir, una ciudadanía agraviada por una clase política que no da la cara, no explica nada ni en defensa propia, no rinde cuentas, se esconde tras pretextos y tecnicismos, esa ciudadanía reacciona con justificada víscera cuando esa clase política de pronto sí sale a aclarar algo… y resulta que sólo es el diseño de unos calcetines. Reitero: hay tiempos en que el sentido del humor llega tarde, o cae mal.
La comunicación pública de esta Presidencia no se ha caracterizado por empatía alguna y, mucho menos, por mostrar sentido del humor. Desde que llegó al cargo, Peña Nieto y su equipo han sido formales, distantes, con claras tendencias a restaurar un rancio respeto hacia la figura intocable del mandatario. Por eso, cuando de pronto se ríen, una no sabe si se están burlando o va en serio. Lo mismo pasa cuando de pronto se disculpan: una vez “exonerados” (es un decir) de posibles conflictos de interés, Peña Nieto y Videgaray ofrecieron disculpas a los mexicanos indignados (a los otros no, imagino), y hablaron de malinterpretaciones, percepciones y sospechas. En el México actual, dijo @EPN, nuestra conducta debe ser apegada a derecho y de manera tal que no genere desconfianza (en el México anterior no, imagino). Sólo que las disculpas, inéditas, cayeron en la misma náusea social que ya es inocultable. Otra vez: parecen estar llegando tarde.
Vivimos en tiempos de reputaciones más que de conciencias, recuerda Adela Cortina en un espléndido artículo: las apariencias persuaden o disuaden; lo que alguien realmente es queda en el misterio de la conciencia. ¿Estará este gobierno reconociendo que le faltó empatía y que debe acercarse al ciudadano? Ojalá, pero permítanme dudar: unas calcetas y dos disculpas no hacen verano, ni construyen nación.
Comunicadora y académica.
@Warkentin