Gabriel Guerra

Verano de música, lecturas y otras cosas

01/08/2016 |01:15
Redacción El Universal
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Algo muy particular tiene el verano en la hoy ya Ciudad de México que la transforma. En parte su atípico clima, que hace que mientras en otros lugares buscan desesperadamente una sombra, los capitalinos tenemos en cualquier lapso de 24 horas frío, templado, calor, frío de nuevo y después lluvias que parecen monzónicas. Así nuestros veranos, de suéter, chaleco y paraguas.

La Ciudad de México se vuelve, también, deliciosamente transitable. Más allá de marchas y bloqueos con temática “educativa”, por lo general es una delicia moverse aquí en el verano. Las vacaciones escolares disminuyen el tráfico de manera impresionante: no sé bien a bien cuántos automóviles salen de la ciudad, pero los que se quedan no hacen múltiples viajes para dejar a los niños, recogerlos, llevarlos a sus clases de la tarde, además de las obligadas paradas al club, al salón y al desayuno de las personas encargadas de acarrear escuincles.

De lo anterior me surge lo que podría ser un descubrimiento revolucionario: no es con mejores gasolinas y HoyNoCirculas que se resolvería la contaminación, sino prohibiendo el regreso de los que salen en verano (o en Semana Santa o en navidades) o, en su defecto, aboliendo las escuelas.

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Muchos andan de vacaciones, y aunque yo no soy uno de esos, sí tengo claro que es buen momento para disfrutar de música, libros, series, comida y otras atracciones mágicas que nos ofrece el ocio. Ayer domingo, por ejemplo, disfruté de un realmente excelente concierto de la Orquesta Sinfónica de Minería, en la Sala Nezahualcóyotl. Una arquitectura especialmente compatible con la acústica ha hecho siempre de la Neza un espacio privilegiado para escuchar música, y la Orquesta de Minería conjuga y convoca talentos que le dan a su temporada de verano una calidad excepcional. Richard Strauss y Anton Bruckner hicieron de mi domingo uno muy especial. (www.mineria.org.mx).

Se tiene más tiempo para leer en el verano, y si no debemos encontrarlo, para avocarnos lo mismo a lecturas lúdicas que a las que nos ponen a reflexionar y cuestionarnos. En mi mesa ahora dos textos muy diferentes pero igualmente enriquecedores: My Name is Red, del Nobel Orhan Pamuk me transporta a una Constantinopla libre del terror y sectarismo que hoy agobia a su sucesora Estambul, mientras que Collapse, del Pulitzer Jared Diamond, nos pone a reflexionar acerca de las razones por las que algunas sociedades deciden, consciente o inconscientemente, dirigirse por el camino del fracaso, es decir del suicidio, colectivo.

¿No le apetece el papel? Dos sitios de internet valiosos, informativos y que me ponen a pensar son www.brainpickings.org , una verdadera obra de amor a la literatura de Maria Popova, quien mantiene y alimenta esta página que reúne textos indispensables y poco conocidos. La segunda, totalmente diferente, es www.postsecret.com que muestra postales anónimas de individuos como usted y yo, que confiesan, en ese espacio, sus más personales, íntimos, dolorosos secretos, en un acto de liberación, de empatía y de invitación a entender mejor por lo que otras personas están atravesando.

Series de TV hay muchas, pero he disfrutado particularmente An Honourable Woman, con su visión centrada sobre el conflicto en Medio Oriente; True Detective y The Killing, series policiacas en que cada caso ocupa toda una temporada y The Americans, que relata un episodio especialmente cáustico de la Guerra Fría, la infiltración en EU de agentes soviéticos que se hacían pasar por estadounidenses comunes y corrientes.

Algunos de mis lectores se sorprenderán de que hoy no haya yo abordado los temas que frecuentemente me ocupan, pero a veces es sano voltear la mirada y la atención hacia otras cosas, alejarse de la coyuntura y enfocarse en aquello que nos hace mejores personas, como la música y la lectura, o en lo que nos divierte y entretiene.

Analista político y comunicador.
Twitter: @gabrielguerrac
Facebook: Gabriel Guerra Castellanos