Gabriel Guerra

Terror y muerte en París

La Revolución Francesa sirvió de inspiración para incontables movimientos sociales, y la resiliencia del Estado francés frente a los más cruentos ataques de dentro y de fuera es legendaria

16/11/2015 |02:17
Redacción El Universal
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Pocas naciones simbolizan los valores de Occidente como Francia, y pocas han servido de ejemplo, de ideal, para tantos en busca del paradigma de la libertad, la igualdad, la fraternidad.

La Revolución Francesa sirvió de inspiración para incontables movimientos sociales, y la resiliencia del Estado francés frente a los más cruentos ataques de dentro y de fuera es legendaria. Ni los nazis, ni los terroristas domésticos inspirados por la liberación de las colonias francesas fueron capaces de doblarlos, y ahora, enfrentados nuevamente al terrorismo y a la barbarie del fanatismo religioso, los franceses reaccionan con gallardía, con unidad, con respeto a sus principios y valores fundacionales.

Poco se puede añadir aquí a las descripciones e imágenes impactantes que nos pintan la escena de la muerte, el terror y el sufrimiento en una de las ciudades más cosmopolitas y universales del orbe. Las especulaciones se las podemos dejar a otros. Lo que sí podemos es tratar de encontrar algo de lógica y de sentido en estos actos que son, por antonomasia, ilógicos y sin sentido.

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Primero hay que definir al Mal, así con mayúsculas, responsable de estas atrocidades. No hay mejor manera de exorcizarlo y de combatirlo que entendiéndolo. El autodenominado Estado Islámico (EI) no sólo busca, como Al Qaeda, una “guerra santa” en contra de Occidente, sino que intenta, con notable éxito hasta el momento, establecer un califato, con dominio de territorio, recursos económicos, ejército, y por supuesto un estricto control religioso de la moral y la vida pública.

El salvajismo de sus métodos nos remonta a las Cruzadas, esas guerras religiosas en las que todos salían condenados por las barbaries cometidas en nombre de su respectivo dios, y que sirven de anacrónica inspiración a estos salvajes que, invocando falazmente el Islam, asesinan, torturan, mutilan y destruyen todo lo que pueden a su camino.

Sus métodos nos horrorizan, pero sus éxitos en el campo de batalla resultan atractivos para musulmanes que, por las más diversas razones y en los más diferentes puntos del mapa, se sienten llamados a recuperar las glorias pasadas del Islam. Jóvenes que cargan con agravios propios y ajenos, reales e imaginarios. Que ven en las noticias cotidianas ejemplos que, a sus adoctrinados ojos, parecen ofensas imperdonables contra sus creencias, contra su identidad.

EI ha logrado colocarse, en ese imaginario alucinante, como una alternativa para quienes sólo ven en su vida humillaciones, pobreza, marginación. Sus llamados a regresar a los más primitivos y violentos orígenes resulta atractivo para masas ignorantes y fanáticas. Y su apuesta es perversamente simple: cada acto de barbarie, de salvajismo, provoca reacciones violentas en el campo de combates y maltrato, real o retórico, contra musulmanes en el mundo. Y eso a su vez sirve para justificar sus siguientes barbaridades.

Por lo pronto, EI ha logrado tres cosas: generó terror, miedo, incertidumbre, lo que busca todo terrorista. Provocó odio a los xenófobos de siempre para salir a decir sus estupideces de siempre, a vomitar sus prejuicios antiinmigrantes, antimusulmanes. Eso da gasolina a su causa. Y finalmente, con los atentados de París, el de Beirut, el avión ruso y posiblemente el de Ankara, se posiciona como una fuerza capaz de llevar la batalla a la casa de sus enemigos.

En poco tiempo, EI ha superado a sus mentores de Al Qaeda: es, nos guste o no, un ente que recauda impuestos, vende petróleo, aplica su ley y declara la guerra a quien quiere. Ya lo dijo el presidente Hollande, este fue un acto de guerra contra Francia. Y, añado yo, contra el mundo civilizado.

Lo que busca EI es la represalia armada, la discriminación contra los migrantes, la denigración del Islam. Todo eso alimenta a sus más fanáticos seguidores. Y todo eso se lo están entregando, en bandeja, los políticos demagogos de Occidente.

Analista político y comunicador.
@gabrielguerrac http://on.fb.me/1NxdU24
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