A mi madre, en su cumpleaños

La semana que concluye comparte en el calendario celebratorio a dos disciplinas de extraordinaria generosidad; la enfermería y la educación, pocas funciones en la vida resultan de tal nobleza y vitalidad para el desarrollo humano, a la enfermería se le rinde tributo el 12 de mayo, día establecido como el Día Internacional de la Enfermería en homenaje a la humanista inglesa Florence Nightingale, quien naciera en esa fecha y considerada un ejemplo de abnegación, madre de la enfermería moderna y fundadora de la primera escuela de enfermería; desde sus diecisiete años empezó a visitar viviendas de enfermos tratando de mitigar sus dolores, mas su leyenda se acrecentó con su participación en la guerra de Crimea en 1854, en ella se le conoció como La Dama de la Lámpara ya que, auxiliada por una lámpara y un búho domesticado en el bolsillo realizaba rondas nocturnas para curar a los heridos y levantarles el ánimo.

La enfermería es una disciplina fundamentalmente ejercida por mujeres las 24 horas de todos los días del año; cerca de once millones de enfermeras en el mundo brindan cuidado en centros de salud. En nuestros días, es posible imaginar a un hospital carecer de instrumentos, medicamentos o padecer de precaria infraestructura, pero jamás de una enfermera. Un hospital históricamente equivalía a un centro de hospedaje que proporcionaba alojamiento a los que en él ingresaban, no sólo recibía enfermos, sino también a los menesterosos, y se le asociaba con camas. Con el paso del tiempo, la labor humanitaria desplegada en sus interiores se ha transformado en una feroz y especulativa mercancía, la cual se expresa en sus arquitecturas. Hoy los hospitales, más que atender lo fundamental, se asemejan más a sucursales bancarias, hoteles de lujo u oficinas corporativas dotados de una serie de sofisticaciones en sus servicios que promueven el consumo de satisfactores innecesarios.

Tres días adelante en el calendario, el 15 de mayo se celebra en México, desde 1918, por decreto presidencial de Venustiano Carranza, el Día del Maestro, para honrar la labor de los educadores; aquellos que nos enseñan desde leer y escribir hasta los conocimientos más complejos. Se eligió tal fecha conmemorativa por la toma de Querétaro por los liberales; curiosamente también coincide con un personaje de la educación religiosa,; San Juan Bautista de La Salle, innovador que dedicó su vida a formar maestros destinados a la educación de los hijos de los artesanos y niños pobres, y que un 15 de mayo fue declarado patrón especial de todos los educadores de la infancia. Injusto resultaría no evocar la labor de José Vasconcelos, un símbolo de la educación en México, quien la concibió como una labor misionera que debía llevarse a todo territorio físico y social en el más amplio de los sentidos; fue llamado El Maestro de América, sus aportes son invaluables y su legado permanence. La SEP otorga en ese día el reconocimiento que lleva su nombre a los maestros más destacados de México. En otras partes del mundo, con distintas fechas y de acuerdo a hechos significativos o a onomásticos de educadores ilustres locales, se les conmemora; un caso más es el de la UNESCO, la cual establece el 5 de octubre como Día Mundial de los Docentes.

Fechas para celebrarlos sobran, lo apremiante es sembrar de nuevo la mística del valor de educar, de la relevancia fundamental que tienen el aprendizaje y el saber. Resulta urgente anteponer a cualquiera de otras acciones, apostar por la salud y la educación como principios del desarrollo humano. Se inauguran hospitales y escuelas por doquier, pero de qué sirven si no atendemos y formamos a quienes las hacen posibles. Florence Nightingale y José Vasoconcelos abrieron brecha de caminos hacia la dignidad humana, sigamos sus senderos.

 

Arquitecto.
@FelipeLeal_Arq

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