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En días recientes se ha acrecentado la polémica en distintos foros sobre la pertinencia para mejorar la Avenida Chapultepec, la cual desde luego es necesaria, mas la polémica y uno de los disensos radica en que tal propuesta es presentada como un corredor cultural prefigurado y diseñado, veamos si realmente se trata de ello. Un corredor de tal naturaleza está hecho primordialmente por la sociedad civil, se realiza naturalmente a través del tiempo en diversas zonas de la ciudad, ya sea por su historia, personajes que la han habitado o por sus características urbanas y potencial; sobre todo este último punto es determinante para crear y dar asiento a corredores culturales.
Cito tan sólo algunos ejemplos vivos: el Centro Histórico, la presencia en él de museos, teatros, salas de conciertos, palacios, casonas, centros culturales, universidades, escuelas, restaurantes, galerías, estudios de artistas y servicios culturales le confieren ese valor. Un caso más es Coyoacán; la existencia de museos como la Casa Azul de Frida Kahlo, la de Trotsky, la del Indio Fernández, la Fonoteca Nacional, el Museo de la Acuarela, el Museo de Culturas Populares, la Casa de la Cultura Reyes Heroles, el Teatro de Santa Catarina, entre otros, así como sus cafés, galerías, estudios y talleres de creadores, aunado a sus plazas y jardines, lo convierte por natura en un corredor cultural. La consolidación de dichos fenómenos se va dando paulatinamente y es realizada por diversos actores sociales en zonas atractivas de la ciudad, no se dan de golpe, por decreto, sino son resultado de sinergias y voluntades por sumar actividades.
Uno de los orígenes de acuñar dicho término fue justamente el Corredor Cultural de la Roma, donde al irse asentando ahí en sus inicios algunas galerías de arte , decidieron unir esfuerzos, trabajar en conjunto e inaugurar sus exposiciones un mismo día durante la noche, ello atrajo un mayor público a todas y los espectadores contaron con un abanico de expresiones artísticas, progresivamente se le fueron agregando librerías, tiendas de diseño, de ropa, de muebles, alimentos, cafés, casas editoriales, restaurantes, salones de té, panaderías y hasta pequeños museos; tal ha sido su éxito que ya no se trata de una noche, sino de todo un fin de semana y en los hechos lo es cotidianamente.
Los anteriores ejemplos en sus diversas modalidades son corredores culturales, lo coincidente en ellos es que su plataforma y lo que los une es la trama urbana; sus calles y plazas, aunado a que todo se articula peatonalmente a nivel de calle, lo cual posibilita gozar de la ciudad, de su traza, de sus rincones, de su arquitectura, de sus pequeños y grandes lugares establecidos en distintos tiempos, por ello denominar corredor cultural a algo que en el fondo no lo es, delata que el término se utiliza como un escudo para ocultar algo distinto e innecesario en dicho sitio.
Arquitecto, vicepresidente del ‘Seminario de Cultura Mexicana’.
@FelipeLeal_Arq