Cuando era joven, allá en la preparatoria, estaba de moda (y sigue estando entre los chavos) hablar de las profecías de Nostradamus.

Una de ellas narraba algo que parecía increíble hasta para ser de Nostradamus: el oso se unirá con el águila para enfrentar al dragón.

La obvia interpretación era una alianza ruso-estadounidense para enfrentarse a China.

En ese entonces eso era llevar la imaginación a extremos. ¿Por qué? Porque vivíamos la Guerra Fría, la cortina de hierro, la URSS, el Pacto de Varsovia, las dos Alemanias, la OTAN, la carrera armamentista atómica, la disputa por Vietnam y Corea, la crisis de los misiles en Cuba y Turquía.

En fin, el mundo era testigo de una confrontación entre las dos grandes potencias que parecía jamás poder llegar a tregua alguna.

Hoy, el pecado que le quieren probar al estrenado gobierno federal de EU es una relación demasiado cercana con Rusia.

China, por su parte, en aquella época era una república comunista gobernada por Mao y el sólo hecho de que Nixon quisiese acercarse a dialogar con ellos era considerada una osadía.

Hoy, los chinos son una potencia que vive en una mezcla de economía popular y del mercado mundial sumando décadas de un pragmatismo global impresionante, al grado de que, mientras en Estados Unidos se vuelven proteccionistas, ellos se abren al mundo y mientras los campeones del capitalismo rigidizan fronteras físicas y comerciales, ellos impulsan la apertura y el comercio libre.

¿Los resultados?

Los servicios han rebasado a las manufacturas como contribución al crecimiento chino.

El consumo ha crecido y representa más del 64.6 por ciento del PIB. En la ex China de Mao se venden más Rolls-Royce que en el resto del mundo combinado.

Los chinos integran cada vez más tecnología a sus procesos productivos con apoyo de internet y estimulan la innovación y un nuevo pensamiento emprendedor.

La economía creció el año pasado 6.7 por ciento y no obstante que están robotizando la industria, la generación de empleo sigue creciendo. Lograron crear 13 millones de nuevos empleos desde 2013, logrando las tasas históricas más bajas de desempleo.

Poco a poco los chinos van elevando sustentablemente el nivel de vida de su población.

EU creció en 2016 tan sólo 1.6 por ciento, con caídas en las exportaciones de 1.4 por ciento y alzas en las importaciones de 8.3 por ciento.

Mientras China refuerza sus principios económicos, EU abandona lentamente las banderas que lo habían llevado a ser la economía más grande del planeta. El mundo al revés.

Y mientras todo cambia en el mundo, en México, los principios la visión, las propuestas no tienen seguidores, sólo las personas.

Los partidos políticos ensayan alianzas entre contrarios de ser y de pensar tan sólo con el objetivo de derrotar al de enfrente, traicionando sus banderas fundacionales.

Si México se decide a luchar por programas e ideas, por una prosperidad real y generalizada, no tiene porque irnos menos bien que a China.

Presidente ejecutivo de Fundación Azteca.

@EMoctezumaB
emoctezuma@tvazteca.com.mx

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