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La concepción, desarrollo y puesta en marcha del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) se ha plagado de obstáculos y contratiempos. El vía crucis inició al tener que revertir la iniciativa del Presidente Peña Nieto que lo concebía como un zar anticorrupción con la participación del Ejecutivo federal y de los gobernadores. Después de muchas batallas, se logró transformar la iniciativa presidencial en la creación de un sistema nacional, con pesos y contrapesos y alta participación ciudadana.
El segundo paso fue el desarrollo y aprobación de las siete leyes secundarias, con un gran esfuerzo para llevar la primera iniciativa ciudadana al Senado, la Ley General de Responsabilidades Administrativas, conocida como Ley 3de3 con 634 mil firmas de respaldo. En ocasiones, hubo peleas entre partidos para intentar secuestrar a las organizaciones civiles involucradas; hubo dobles caras, jugadas por debajo de la mesa que evidenciaron que lo último que querían algunos legisladores, era la creación del SNA. También hubo modificaciones de último momento al texto en proceso de aprobación, que incluso lo harían imposible de operar, como aquella intervención del senador Manuel Cárdenas del Panal, a la 1:00 am, en la que obligaba a los beneficiarios de los programas sociales a presentar sus declaraciones de intereses y patrimonial … para que luego el Presidente tuviera que vetarla. Naturalmente, los intereses electorales se interpusieron y hubo los consecuentes retrasos en su aprobación.
Al final se logró la aprobación legislativa, no sin un fuerte desgaste para todos. Y es que además de las vicisitudes normales, en el camino de este proceso hubo espionaje, extorsiones y amenazas a algunos miembros del grupo que trabajaban en esta tarea. Pero seguimos adelante.
Luego vino la conformación del sistema. La designación por el Senado de la Comisión de Selección del Comité de Participación Ciudadana (CPC) sucedió sin mayores contratiempos y el resultado fue muy satisfactorio. El trabajo de esta Comisión, formada por nueve personas reconocidas, fue impecable. Se llevó a cabo un proceso pulcro, transparente y público que no solamente cumplió con los requisitos de ley, sino que marcó un precedente para el método de las designaciones de servidores públicos en las altas esferas de los órganos del Estado mexicano. Ya quisiéramos haber hecho un trabajo semejante en cuidado y minuciosidad en la selección de los consejeros del INE hace algunos años.
La selección de los cinco miembros iniciales del CPC fue excelente. Son personas idóneas para esa responsabilidad. Y lo digo con conocimiento de causa. Yo mismo participé en la competencia, y si bien no fui seleccionado, aplaudo el trabajo de la Comisión de Selección.
Conforme este proceso avanzaba, el ambiente en el que se mueven las organizaciones civiles, y también activistas sociales y periodistas, se volvió cada vez más cargado. Se multiplicaron las amenazas, se develó el espionaje a periodistas, activistas y miembros de las organizaciones sociales, hubo “robos” a oficinas en donde sólo se llevaban información en discos duros y computadoras. Algunas organizaciones y personas físicas vinculadas a éstas, han recibido auditorías fiscales y del IMSS el mismo día y a la misma hora (difícilmente se puede argumentar aleatoriedad), ha habido insidias carentes de sustento en la prensa; incluso, hasta hace muy poco, después de meses de su instalación formal, Hacienda liberó los recursos para que el CPC tenga los recursos indispensables para iniciar su operación. El gobierno no tiene muchas ganas de que inicie el Sistema, y el Senado tampoco: se ha encargado de retrasar el nombramiento del fiscal anticorrupción y realizar la transformación de la PGR en fiscalía. Como quiera, incompleto, el SNA puede y debe arrancar.
Y ahora, a meses de haber sido designado el CPC, la última cargada encabezada por Pablo Escudero. Este senador insinuó trampas del Comité de Selección y, lamentablemente, ha tenido el apoyo mediático de este periódico que ha puesto esas insidias en ocho columnas sin cuestionarlas. Ya se retractó el senador Escudero, ¡qué bueno! Aunque si usted no se ha enterado, es porque sólo lo publicó en la página del Senado. EL UNIVERSAL apenas lo mencionó en una nota el día de ayer.
La resistencia de buena parte de la clase política al SNA es indudable. Siempre la ha habido. Le tienen pavor. Por desgracia, en su esfuerzo por desligitimizar al sistema anticorrupción han tenido el apoyo de EL UNIVERSAL. He de decir que me resulta inexplicable; siempre he tenido el respeto y el apoyo de sus editores para expresar mi forma de pensar, la cual he manifestado en este espacio con toda libertad. Lamento, por lo tanto, que junto con otros colaboradores de este diario nacional de tanta importancia, como José Luis Caballero Ochoa, Edna Jaime Treviño, Sergio López Ayllón, Jacqueline Peschard Mariscal y Pedro Salazar Ugarte, tomé la decisión de dejar de escribir en este diario.
Agradezco a los editores la oportunidad y a los lectores su amable compañía al ser ésta mi última columna en este medio.
Centro de Estudios Espinosa Yglesias.
@ecardenasCEEY
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